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Tus pulmones y tu sistema respiratorio
(Your Lungs)
¿Qué es lo que haces todo el día, todos los días, sin importar dónde o con quién estés?
- Pensar en lo que almorzarás mañana
- Ponerte el dedo en la nariz
- Tararear tu canción favorita
- Respirar
Es posible que algunos niños digan (a) o (c) o incluso que otros digan b) -¡ay qué asco! – (b). Pero todo el mundo debería decir (d). Respirar aire es necesario para mantener vivos a los seres humanos (y a muchos animales). Y ¿cuáles son las dos partes grandes que se encargan de la respiración? Si tu respuesta es los pulmones, ¡has acertado!
Tus pulmones son los órganos más grandes de tu cuerpo y trabajan con tu aparato respiratorio para permitirte inspirar aire fresco, deshacerte del aire viciado e incluso hablar. ¡Hagamos un recorrido por los pulmones!
Ubica esos pulmones
Tus pulmones están en tu tórax y son tan grandes que ocupan la mayor parte del espacio disponible. Tienes dos pulmones, pero no son del mismo tamaño como sucede con tus ojos o los orificios de la nariz. En cambio, el pulmón de la parte izquierda de tu cuerpo es un poco más pequeño que el de la derecha. Este espacio adicional en la izquierda da cabida a tu corazón.
Tus pulmones están protegidos por la caja torácica, que está formada por 12 pares de costillas. Éstas están conectadas a tu columna en la espalda y rodean a los pulmones para mantenerlos seguros. Por debajo de los pulmones está el diafragma, un músculo en forma de bóveda que trabaja con tus pulmones para permitirte inhalar (inspirar) y exhalar (espirar) aire.
No puedes ver tus pulmones, pero es fácil sentirlos cuando están en acción: ponte las manos en el pecho e inspira muy profundamente. Sentirás cómo el pecho se hace ligeramente más grande. Ahora exhala el aire y siente cómo el pecho vuelve a su tamaño normal. ¡Acabas de sentir toda la fuerza de tus pulmones!
Un vistazo al interior de los pulmones
Vistos de fuera, los pulmones son rosados y algo blandos, como una esponja. ¡Pero el interior contiene lo realmente importante de los pulmones! Al final de la tráquea, hay dos grandes conductos llamados bronquios primarios. Uno se dirige hacia la izquierda y entra en el pulmón izquierdo, mientras que el otro se dirige hacia la derecha y entra al pulmón derecho. Cada bronquio primario se ramifica en otros conductos o bronquios, que van haciéndose cada vez más pequeños como si fueran las ramas de un gran árbol. Los conductos más pequeños se llaman bronquiolos y hay unos 30.000 en cada pulmón. Cada bronquiolo tiene aproximadamente el mismo grosor que un cabello.
Al final de cada bronquiolo hay un área especial que lleva a unos grupos de sacos de aire muy pequeños llamados alvéolos. Hay unos 600 millones de alvéolos en tus pulmones y si los pusieras todos juntos, cubrirían una pista de tenis completa. ¡Son muchos alvéolos! Cada alvéolo está cubierto por una especie de malla de vasos sanguíneos muy pequeños, llamados capilares. Estos capilares son tan pequeños que las células sanguíneas necesitan ponerse en fila para poder atravesarlos.
Todo sobre la inhalación
Cuando paseas a tu perro, limpias tu habitación o rematas una pelota de voleibol, probablemente no piensas en inhalar (inspirar) -¡tienes otras cosas en qué pensar! Pero cada vez que inhalas aire, docenas de partes del cuerpo trabajan para ayudar a obtener ese aire sin siquiera pensarlo.
Al inspirar tu diafragma se contrae y se aplana. Esto permite que baje, para que tus pulmones tengan más espacio para hacerse más grandes mientras se llenan de aire. «¡Muévete diafragma, que me estoy llenando de aire!» es lo que dirían tus pulmones. Y el diafragma no es la única parte que proporciona el espacio que necesitan a los pulmones. Tus músculos de las costillas se tensan y hacen que las costillas se muevan hacia arriba y hacia fuera para dar más espacio a los pulmones.
Al mismo tiempo, inhalas aire por la boca y la nariz y el aire baja por la tráquea. Al bajar por la tráquea, unos pelos muy pequeños llamados cilios se mueven suavemente para mantener la mucosidad y la suciedad fuera de los pulmones. El aire pasa luego por una serie de ramificaciones en los pulmones, a través de los bronquios y los bronquiolos. El aire finalmente termina en los 600 millones de alvéolos. A medida que estos millones de alvéolos se llenan de aire, los pulmones se hacen más grandes. ¿Recuerdas ese experimento en que sentías como se hacían más grandes tus pulmones? Bueno, ¡realmente estabas sintiendo la fuerza de estos increíbles alvéolos!
Los alvéolos son los que permiten que el oxígeno del aire pase a tu sangre. Todas las células del cuerpo necesitan oxígeno cada minuto del día. El oxígeno atraviesa las paredes de cada alvéolo y llega a los capilares pequeños que lo circundan. El oxígeno entra en la sangre de los capilares pequeños y es transportado por los glóbulos rojos y viaja por capas de vasos sanguíneos hasta llegar al corazón. El corazón envía luego la sangre oxigenada (llena de oxígeno) a todas las células del organismo.
Esperando exhalar
Cuando es hora de exhalar (espirar), todo se invierte: ahora le toca al diafragma decir «Muévete». El diafragma se relaja y se mueve hacia arriba, expulsando el aire de los pulmones. Los músculos de las costillas se relajan y las costillas se mueven hacia adentro, creando un espacio más pequeño en el tórax.
A estas alturas tus células ya han usado todo el oxígeno que necesitan y tu sangre está transportando dióxido de carbono y otros desechos que deben abandonar tu cuerpo. La sangre regresa a través de los capilares y los desechos entran en los alvéolos. Luego los expulsas en el orden contrario a como entraron: el aire pasa por los bronquiolos, sale de los bronquios, hacia la tráquea y finalmente sale por la boca y la nariz.
El aire que expulsas no sólo contiene desechos y dióxido de carbono, ¡sino que también es tibio! Cuando el aire viaja por tu cuerpo, va recogiendo calor por el camino. Puedes sentir este calor si te pones la mano frente a la boca cuando espiras. ¿Cuál es la temperatura del aire que sale de tu boca o tu nariz?
Con todo este movimiento, te podrías preguntar por qué los pulmones no se atascan a medida que se llenan y vacían. Afortunadamente, tus pulmones están cubiertos por dos capas lisas especiales llamadas membranas pleurales. Estas membranas están separadas por un líquido que permite que se deslicen con facilidad cuando inhalas y exhalas.
Es el momento de hablar
Tus pulmones son importantes para respirar…¡y también para hablar! Por encima de la tráquea está la laringe, que a veces se llama glotis (caja de la voz). Al otro lado de la glotis hay dos crestas pequeñas llamadas cuerdas vocales, que se abren y cierran para emitir sonidos. Cuando exhalas aire de los pulmones, éste pasa a través de la tráquea y la laringe y llega a las cuerdas vocales. Si éstas están cerradas y el aire fluye entre ellas, las cuerdas vocales vibran y producen sonido.
La cantidad de aire que expulses de tus pulmones determina qué tan fuerte será el sonido y durante cuánto tiempo podrás hacerlo. Intenta inhalar muy profundamente y decir los nombres de todos los niños de tu clase -¿Cuánto puedes aguantar sin tener que respirar otra vez? La próxima vez que estés fuera, intenta gritar y ver qué sucede -gritar requiere mucho aire, así que necesitarás inspirar más frecuentemente de lo que lo harías si sólo pronunciaras las palabras. Experimenta con diferentes sonidos y el aire que sea necesario para producirlos: cuando te ríes, expulses aire poco a poco, pero cuando eructas, ¡dejas que el aire tragado que está en tu estómago salga de una sola vez! Cuando tienes hipo, es porque el diafragma se mueve de una forma tan rara que hace que inspires aire de repente y hace que el aire llegue a tus cuerdas vocales cuando no estás listo.
Quiere a tus pulmones
Tus pulmones son increíbles: ¡te permiten respirar, hablar con un amigo, gritar en un partido, cantar, reír, llorar y muchas cosas más! Y hablando de un partido, tus pulmones incluso trabajan con el cerebro para ayudarte a inhalar y exhalar una mayor cantidad de aire a una mayor velocidad mientras corres -todo esto sin siquiera pensarlo.
Mantener tus pulmones sanos es una buena idea, y la mejor forma para mantenerlos rosados y sanos es no fumar. Fumar no es bueno para ninguna parte de tu cuerpo y tus pulmones lo detestan especialmente. El humo de los cigarrillos daña los cilios de la tráquea de forma que no pueden moverse para mantener la suciedad y otras sustancias fuera de los pulmones. Tus alvéolos dicen «ay» también, porque las sustancias químicas que contiene el humo de cigarrillo pueden hacer que las paredes de los delicados alvéolos se rompan, dificultando la respiración. Finalmente, el humo del cigarrillo puede dañar las células de los pulmones tanto que las células sanas podrían desaparecer y ser éstas sustituidas por células cancerosas. Los pulmones son normalmente resistentes y fuertes, pero los cigarrillos pueden dañarlos muy fácilmente -y a menudo es muy difícil o imposible curarlos. Si necesitas trabajar con componentes químicos en una clase de arte o de manualidades, asegúrate de llevar una máscara protectora para evitar que los gases tóxicos entren a tus pulmones.
¡También puedes mostrar tu amor por tus pulmones haciendo ejercicio! El ejercicio es bueno para todas las partes de tu cuerpo, y especialmente para tus pulmones y tu corazón. Cuando haces ejercicio enérgico (como por ejemplo montar en bicicleta, correr, o nadar) tus pulmones requieren más aire para proporcionar a tus células el oxígeno adicional que necesitan. Cuando respiras más profundamente y tomas aire, tus pulmones se hacen más fuertes y mejores en su tarea de proporcionar a tu organismo el aire necesario para funcionar bien. ¡Mantén tus pulmones sanos y te lo agradecerán de por vida!
Actualizado y revisado por: Yamini Durani, MD
Fecha de revisión: octubre de 2012
Revisado inicialmente por: Laura Inselman, MD