Soy una gran fan de los productos lácteos con cultivos vivos de todo el mundo, ya sea el quark alemán, el skyr islandés o el yogur griego. Así que cuando oí hablar por primera vez del kéfir, una bebida láctea fermentada procedente de Europa del Este que se promociona como una fuente de probióticos, sabe como el yogur y tiene una textura que se puede beber a sorbos, supe que tenía que hacerme con un poco.

El kéfir se ha consumido en todo el mundo durante siglos por sus supuestos beneficios para la salud, y se ha hecho muy popular en los Estados Unidos en los últimos años. Sobre esos supuestos beneficios para la salud: Una revisión de 2017 publicada en la revista Nutrition Research Reviews señala que, aunque hay muchos beneficios potenciales para la salud del kéfir, gracias a los microbios (bacterias y levaduras) y a la variedad de vitaminas y minerales que contiene, es necesario investigar más para determinar cómo puede impactar en el intestino y, como resultado, mejorar la salud de alguna manera específica. La mayoría de los estudios, aunque prometedores, se han realizado in vitro (en un laboratorio) o en animales, por lo que los autores del estudio señalan que es necesario realizar más investigaciones en seres humanos antes de que podamos saber realmente si el kéfir tiene algún impacto significativo en la salud humana.

Aunque el jurado aún no ha decidido sobre los beneficios, el kéfir suele tener la misma cantidad de proteínas que un vaso de leche (pero con menos lactosa) y es una buena fuente de calcio, potasio y magnesio. También contiene una variedad de vitaminas del grupo B y vitaminas A, K y C. Cuando finalmente tuve la oportunidad de probarlo, me di cuenta de que, aunque me encantaba su sabor ácido y picante, no me gustaba mucho su textura. Así que empecé a buscar otras maneras de trabajar con el ingrediente para poder disfrutar del sabor de una manera diferente.

No tuve que buscar durante mucho tiempo, porque, como resulta, hay muchas maneras creativas de cocinar con kéfir. Su acidez lo convierte en una gran fuente de ácido para cosas como aderezos para ensaladas y adobos. Y su textura se vuelve sedosa y relajante cuando lo calientas para hacer una sopa. Incluso puedes utilizarlo para hacer pan de masa madre (sin necesidad de masa madre).

Si ves kéfir en tu próxima compra, añade una botella a tu cesta y utilízala en estas 14 recetas. Panecillos, avena, paletas y mucho más demostrarán que no es necesario beber kéfir para disfrutarlo.