Justicia negada: La condena injusta de Amanda Knox

Jul 11, 2021
admin
Posted By Arun S. Maini

Justicia negada: La condena errónea de Amanda Knox

Las condenas erróneas son el resultado de errores humanos: visión de túnel por parte de la policía; testigos motivados pero equivocados, atajos y negligencia por parte de los investigadores. Las innumerables historias de condenas erróneas nos hacen cuestionar si nuestro sistema de justicia penal está cumpliendo realmente su propósito.

Y las condenas erróneas pueden ocurrir en cualquier lugar. Tras cumplir casi 4 años en una prisión italiana, la estudiante estadounidense Amanda Knox fue finalmente absuelta del brutal asesinato y violación de su compañera de cuarto, Meredith Kercher, una estudiante británica de intercambio de 21 años, en Perugia, Italia, en 2007. Sin embargo, Knox no obtuvo la redención hasta que el Tribunal Supremo italiano emitió el veredicto final de no culpabilidad 8 años después. En la actualidad, Amanda Knox utiliza las lecciones de su impactante experiencia para defender a los condenados injustamente.

En una reciente charla pronunciada en la Facultad de Derecho de la Universidad de Windsor, Amanda Knox entró en detalles sobre cómo las pruebas de ADN poco fiables y las falsas confesiones empañaron la investigación del asesinato de Meredith Kercher, que la puso injustamente entre rejas. Desde el principio, tanto los agentes de policía como el fiscal tenían prejuicios sobre la culpabilidad de Knox. Dieron una importancia excesiva al peculiar comportamiento de Knox tras el asesinato. Por ejemplo, se vio a Knox besando a su novio, Raffaele Sollecito, así como haciendo ejercicios de estiramiento y volteretas mientras estaba en la sala de espera de la comisaría.

En un caso clásico de visión de túnel, las autoridades desarrollaron una teoría del caso que pintaba a Knox como culpable. Knox fue interrogada enérgicamente. Su último interrogatorio, que comenzó a las 10:00 pm, duró hasta las 6:00 am del día siguiente. Fue acorralada por múltiples agentes de policía, no recibió un descanso para comer o dormir y no contó con la presencia de su abogado. La vulnerabilidad de Knox se vio agravada por el hecho de que fue obligada a hablar un idioma que no dominaba por completo, se encontraba en un país extranjero y fue amenazada y acusada insistentemente de ser una mentirosa. La policía le dijo que su novio negaba su coartada, e incluso le dijo que había pruebas físicas de ella en la escena del crimen, cuando en realidad no había ningún rastro de ADN de Knox. Además, la engañaron para que imaginara el espantoso asesinato. Se le hizo creer que estos pensamientos la ayudarían a desenterrar recuerdos reprimidos del asesinato de Meredith Kercher. Todos estos factores culminaron en una confesión falsa de Amanda Knox.

La confesión, muy publicitada, tuvo un impacto que fue más allá de describir a Knox de forma negativa. Los testigos, concretamente los otros compañeros de piso de Knox, cambiaron sus declaraciones a la policía. Al principio, los compañeros de piso declararon que no había mala sangre entre Kercher y Knox. Sin embargo, después de la confesión, las compañeras de piso aportaron nuevos recuerdos e informaron a la policía de que Knox llevaba regularmente a chicos a su casa, lo que incomodaba a Kercher. Estas declaraciones siguieron perpetuando la narrativa de que Knox era una loca adicta al sexo, que el asesinato fue un crimen pasional, un juego sexual que salió mal de la mano de «Foxy Knoxy». Knox explicó que los medios de comunicación fueron implacables a la hora de retratarla como «satánica, una bruja del engaño», e incluso filtraron el diario personal de Knox, que contenía una lista de todas sus parejas sexuales, para socavar su carácter. Knox acusó, con razón, a los medios de comunicación de propagar información infundada y perjudicial para su caso, ya que trataban de superar a los demás en la entrega de la primicia más jugosa, los detalles más salaces. El Tribunal Supremo italiano estuvo de acuerdo y consideró que la atención de los medios de comunicación había alimentado una caza de brujas de culpables por parte de los investigadores y el fiscal.

Knox también repasó los impresionantes fallos de la investigación que contribuyeron a la visión de túnel de la policía y el fiscal. Para empezar, hubo muchos problemas de contaminación de las pruebas de ADN, tanto en la propia escena del crimen como en el laboratorio. Una escena del crimen estéril es de suma importancia, sin embargo los investigadores hicieron poco para mantener eso. Las imágenes de vídeo revelaron que las personas entraban y salían sin llevar trajes de protección, y que los escarpines y los guantes apenas se cambiaban. En consecuencia, los restos de ADN de otras zonas podrían haberse transferido fácilmente a la escena del crimen. Además, el broche del sujetador de la víctima, que supuestamente contenía el ADN del novio de Knox y era una prueba importante utilizada para implicar a ambos en el asesinato, no se encontró hasta 46 días después del asesinato bajo una alfombra. Un forense independiente declaró que la probabilidad de que el ADN procediera de otro lugar era alta. Asimismo, en el laboratorio sólo se encontró un escaso ADN de la víctima en la supuesta arma homicida: el cuchillo. Los investigadores confirmaron que no examinaron el cuchillo solo, sino que se analizó con 50 muestras de Kercher, lo que sugiere que el cuchillo estaba contaminado. Es indiscutible que la ciencia forense se ha desarrollado como una importante herramienta para que los miembros del sistema de justicia penal puedan descifrar y dictar sentencia en un caso. Las pruebas de ADN han sido sometidas a un riguroso escrutinio para poder confiar en ellas. Sin embargo, es peligroso confiar completamente en las conclusiones de las pruebas de ADN sin examinarlas cuidadosamente, ya que la ciencia sólo es tan fiable como las pruebas subyacentes en las que se basa la opinión.

Ser testigo de cómo los reclusos se atacan entre sí, sufrir la separación de sus seres queridos y ser acosada sexualmente por los guardias de la prisión fueron experiencias para las que Knox no estaba preparada. Cada día que pasaba, se volvía más cínica sobre sus posibilidades de volver a casa. Sin embargo, mantuvo su inocencia y finalmente fue reivindicada en 2015. Cuando regresó a su casa en Seattle, se sorprendió de que la recibieran con los brazos abiertos y con amor. Además, no ha utilizado su nueva fama para sus propios fines egoístas, sino que la ha utilizado como medio para defender y concienciar sobre las condenas injustas. Su popular documental de Netflix «Amanda Knox» y su libro «Waiting to be Heard» demuestran el compromiso de Knox de ofrecer un relato objetivo de lo que ocurrió en Perugia y, como han demostrado innumerables ejemplos en los últimos años, que las condenas injustas pueden afectar a cualquiera, en cualquier lugar.

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