Las startups de Silicon Valley, como Uber, Lyft, Airbnb, Lending Club y otras que permiten a las personas obtener lo que necesitan de los demás, acaparan la atención del mercado y alcanzan valoraciones altísimas. Esta economía colaborativa prospera gracias al aumento de los vecindarios locales en las casas compartidas, a las conexiones humanas amistosas con los choques de puño en los viajes compartidos y a la capacidad de compartir dinero con los demás a mejores tasas que los bancos.

Hace un año, hablé con una compañía de seguros de Iowa. Me comentaron que, aunque estas nuevas empresas son interesantes, en realidad no son nada nuevo. Me recordaron que el Medio Oeste ha estado participando en estos comportamientos amistosos durante un siglo y medio. Dijeron: «Jeremías, esto no es nuevo. Se llama ser un buen vecino». Lo que dijeron se me quedó grabado durante meses hasta que decidí entender cómo Silicon Valley está tratando de emular los valores del Medio Oeste.

Al ser residente de Silicon Valley, pedí a mis amigos del Medio Oeste que compartieran conmigo lo que los valores del Medio Oeste significan para ellos. Envié por Twitter una petición de respuestas, y luego hice un gráfico de cómo respondía la gente. Aunque siempre hubo alguna variación, se desarrolló un tema principal en torno a una fuerte ética de trabajo, una modesta integridad y la ayuda a los demás. Estos tres principios formaban un hilo conductor: Mi colega Angus Nelson, de Wisconsin, habló del «valor de trabajar duro»; y Ben Smith, residente en Kansas City, del valor clásico del Medio Oeste: la integridad: «Tu nombre y tu reputación son tus posesiones más preciadas». De Zena Weist, de Kansas City, aprendí sobre la ayuda a los demás: «Una barra de mantequilla y una sonrisa, y no hace falta que me pagues».

Entonces, ¿cómo se comparan las últimas empresas de economía colaborativa de Silicon Valley con estos valores del Medio Oeste?

Para empezar, tanto el Medio Oeste como Silicon Valley comparten una ética de trabajo similar. Aunque los trabajadores de Silicon Valley empiezan el día más tarde que los del Medio Oeste, que se levantan y trabajan horas antes del amanecer en el corazón del país, trabajan hasta bien entrada la noche e incluso los fines de semana. Las empresas tecnológicas ofrecen muchos beneficios a los empleados para que se queden en el campus, lo que permite un entorno satisfactorio las 24 horas del día. A pesar de los diferentes horarios de trabajo, tanto Silicon Valley como el Medio Oeste comparten la misma ética del trabajo duro.

Sin embargo, mientras la gente del Medio Oeste se enorgullece de su integridad y humildad individual, Silicon Valley tiene algunas lecciones que aprender aquí. Desde
empresas que comparten el espacio luchando suciamente hasta el comportamiento poco ético de los ejecutivos, desde un punto de vista santurrón del 1 por ciento hasta la mayor división de los ricos y los pobres, la cultura meritocrática de Silicon Valley significa que los que ganan lo hacen a lo grande, y creen que tienen un derecho divino a alardear de ello. He visto muchos Ferrari rugiendo o Tesla zumbando frente a tiendas de campaña improvisadas para indigentes en el barrio tecnológico de San Francisco, el distrito SoMA, donde trabajo a menudo.

El valor del Medio Oeste de ayudar a los demás sin esperar reciprocidad se resume mejor con el axioma de «una barra de mantequilla y una sonrisa» cuando un vecino está necesitado. La actitud tradicional de Silicon Valley premia a los disruptores y a los competidores más feroces. Aunque San Francisco se jacta de que casi uno de cada ocho residentes es millonario, una gran mayoría no vive al nivel de la clase media y se esfuerza por salir adelante. El potencial de una reacción violenta está aumentando rápidamente.

Cuando se trata de los tres principales valores del Medio Oeste que las startups de la Economía Colaborativa están permitiendo: Una fuerte ética de trabajo, una modesta integridad y la ayuda a los demás, Silicon Valley, en su conjunto, todavía tiene mucho que aprender.

Pero con eso, debemos reconocer que las nuevas tecnologías que permiten compartir el viaje, el hogar y el dinero se construyen sobre poderosas plataformas como las redes sociales, los dispositivos móviles y las aplicaciones pueden extender el espíritu de la economía colaborativa a todas las culturas más allá del Medio Oeste.

Estas nuevas tecnologías nos permiten conectar con extraños de una manera humana, ya que los datos de confianza se recogen a partir de las funciones de calificación y clasificación, de las redes sociales para la verificación de los círculos sociales y de los dispositivos móviles para ayudarnos a navegar y encontrar coches, casas y bienes ociosos.

¿Recuerdan aquella compañía de seguros de Iowa que me corrigió apropiadamente por brillar sobre la nueva Economía Colaborativa como un simple «buen vecino»? Respondí que estas nuevas tecnologías nos permiten a todos «ser buenos vecinos de los extraños». Estuvieron de acuerdo.

Todos podemos beneficiarnos en esta Economía Colaborativa, habilitada tanto por las tecnologías potenciadoras de Silicon Valley como por la ética del Medio Oeste, que conduce a una mayor integridad y vecindad.

Jeremiah Owyang es el fundador de Crowd Companies.