Un pulpo en apuros

Ago 13, 2021
admin

Había una vez un pulpo tímido y tranquilo. Casi siempre iba solo porque, aunque quería tener muchos amigos, era demasiado cohibido.

Un día, el pulpo estaba intentando coger una ostra muy resbaladiza. Antes de darse cuenta, se había hecho un enorme nudo y no podía moverse. Intentó con todas sus fuerzas zafarse, pero fue inútil. Al final, a pesar de la gran vergüenza que sentía al verse en semejante maraña, tuvo que pedir ayuda a los peces que pasaban. Muchos peces pasaron nadando, ignorándole, pero un pececito muy amable se ofreció a ayudarle a desatar todos aquellos tentáculos de todas aquellas ventosas.

El pulpo se sintió cordialmente aliviado cuando por fin se liberó, pero era tan tímido que no se atrevió a hablar con el pez ni a hacerse amigo suyo. Se limitó a dar las gracias al pez y se alejó rápidamente nadando. Más tarde, el pulpo pasó toda la noche pensando que había desperdiciado una gran oportunidad de hacerse amigo de aquel pececito tan amable.

Un par de días después, el pulpo estaba descansando entre unas rocas, cuando se dio cuenta de que todos los que estaban alrededor pasaban nadando apresuradamente. Miró a lo lejos y vio que un enorme pez se acercaba a alimentarse en esa zona. El pulpo se escondió rápidamente; entonces, asomando un ojo desde su escondite, vio que el enorme pez perseguía al amable pececito que lo había desatado. Aquel pececito necesitaba ayuda urgente, pero el pez grande tenía un aspecto tan peligroso que nadie se atrevía a acercarse. El pulpo, recordando cómo le había ayudado el pececito, sintió que debía hacer todo lo posible por acudir en su ayuda.

Sin dudarlo, el pulpo salió disparado desde las rocas, como un rayo. Se puso justo en el camino del pez gigante, y antes de que éste pudiera hacer algo al respecto, el pulpo había lanzado el mayor chorro de tinta de su vida. Agarró al pececito y nadó de vuelta para esconderse en las rocas. Todo sucedió tan rápido que el pez grande no tuvo tiempo de reaccionar. Sin embargo, pronto se recuperó de la sorpresa. Se dirigió a las rocas en busca del pulpo y del pececito. Ahora sí que quería engullirlos.

Pero pronto empezó a sentir un terrible picor, primero en las branquias, luego en las aletas y después en todo el cuerpo. Resulta que este pez gigante tenía un carácter muy artístico, adoraba los colores; ¡y la tinta oscura del pulpo le había provocado una terrible alergia!
Así que el gran pez se alejó nadando, irritado por todas partes.

En cuanto se fue, todos los peces que se habían escondido se acercaron y felicitaron al pulpo por ser tan valiente. Entonces el pececito les contó a todos cómo había ayudado al pulpo unos días antes, pero nunca había conocido a nadie tan agradecido como para acabar haciendo algo tan peligroso. Al oír esto, los demás peces descubrieron lo simpático que era el tímido pulpo, y todos los que estaban alrededor estaban deseando ser amigos de un pulpo tan valiente y honorable.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.