Tipos de fachadas para edificios
La palabra fachada proviene originalmente del italiano «facciata», y se define como el exterior o el conjunto de las caras externas de un edificio. El término se utiliza con frecuencia para referirse sólo a la cara principal o frontal de una casa.
Junto con la cubierta, es uno de los elementos más importantes de un edificio, ya que actúa como la principal barrera contra los elementos climáticos externos que podrían dañar la salud de la estructura, como la lluvia, la nieve, el viento, las heladas, el sol, etc.
Por ello, es muy importante elegir un sistema de fachada que proteja contra estos riesgos a la vez que ayude a conseguir un menor consumo energético, reducir los costes de mantenimiento y mejorar el confort de los habitantes.
A continuación, explicamos los diferentes tipos de fachadas o muros exteriores que se utilizan actualmente en arquitectura, así como las características de cada uno de ellos.
Tabla de contenidos
Fachada ligera
Se trata de un tipo de fachada que se adhiere a la estructura resistente del edificio, pero no forma parte de ella. Dado que no contribuye a la estabilidad del edificio, la fachada ligera necesita ser diseñada para soportar las cargas que ejercen tensión sobre sus componentes.
Los materiales que normalmente se utilizan para el revestimiento incluyen el vidrio y el metal.
Hay dos tipos de construcción para las fachadas ligeras: muro cortina y fachada de paneles. Con un muro cortina, la fachada pasa continuamente alrededor del marco de la estructura, mientras que con una fachada de paneles el marco interrumpe la fachada.
Algunas ventajas particulares del sistema de fachada ligera son la facilidad de instalación y la cantidad de luz que dejan entrar en el edificio.
En comparación con otros tipos de fachada, las fachadas ligeras proporcionan menos aislamiento térmico y acústico, y tienen mayores costes de mantenimiento a medio y largo plazo.
Este tipo de fachada se instala principalmente en edificios de oficinas de mediana y gran altura.
Fachada pesada
Como su nombre indica, este tipo de fachada suele estar formada por materiales de construcción de peso considerable. Para que una fachada se considere pesada, el peso medio, incluyendo los elementos macizos y huecos, debe ser superior a los 100 kg por metro cuadrado.
Dentro de esta categoría encontramos diferentes tipos de fachadas que, en función de las necesidades de aislamiento térmico, pueden ser portantes o autoportantes y pueden tener o no cámara de aire.
Prefabricadas
Este tipo de fachada está formada principalmente por módulos prefabricados que se unen o ensamblan in situ. Los componentes de estas fachadas se fabrican industrialmente en plantas altamente mecanizadas, y suelen utilizar paneles de madera y hormigón.
Las principales ventajas de este tipo de fachada son la rapidez y facilidad de instalación, así como un menor coste en comparación con otros sistemas. En cuanto a las desventajas, las opciones de diseño son más limitadas y se requiere un volumen mínimo de obra para que sea viable.
Las fachadas prefabricadas se suelen utilizar en fábricas industriales y grandes centros comerciales.
Tradicional
En esta clasificación se incluyen las fachadas que utilizan materiales de construcción tradicionales como el ladrillo, la piedra, la madera, la cerámica, el enfoscado, etc.
Las ventajas son que son menos complejas de construir, rápidas de instalar y tienen un bajo coste.
Por otro lado, como las fachadas clásicas no tienen cámara de aire ni aislamiento, proporcionan menos aislamiento térmico y acústico, lo que supone un menor ahorro energético.
Sistemas ETI
Los sistemas ETI (Aislamiento Térmico Exterior) consisten en la instalación de placas de material aislante por todo el edificio, que se protegen con mortero y se adhieren o fijan mecánicamente al muro soporte.
El sistema se remata con un revestimiento o acabado que se adapte a la estética del inmueble.
Los materiales más utilizados en el aspecto de aislamiento de un sistema ETI son el poliestireno expandido (EPS), el poliestireno extruido (XPS), el poliestireno expandido con grafito (EPS-G) y la lana mineral (MW).
El sistema ETI, al tener una capa de aislamiento, reduce los puentes térmicos y el riesgo de condensación.
Es, por tanto, una opción que proporciona un buen nivel de eficiencia por su precio, ya que no se derivan costes de un sistema de entramado.
Revestimiento pluvial
Un sistema de revestimiento pluvial o de fachada ventilada está formado por un muro de carga, una capa de aislamiento y el material de revestimiento, que se fija al edificio mediante una estructura de soporte.
La principal diferencia con el sistema ETI es que tiene una cámara de aire entre el muro de carga y el material de revestimiento.
Aunque este sistema es más costoso y complejo de instalar, la mayoría de las veces es una opción rentable ya que la cámara de aire es la responsable de muchos de los beneficios del revestimiento ventilado.
El «efecto chimenea» que se produce en el interior de la cámara de aire hace que el aire caliente suba y salga por la parte superior de la fachada. En los meses de verano, este fenómeno de convección natural hace que el aire se renueve, lo que evita el sobrecalentamiento. En cambio, en invierno, el aire no se calienta tanto y permanece dentro de la casa. El calor no se escapa, lo que contribuye al ahorro energético de la calefacción.
Además, los revestimientos ventilados proporcionan una capa extra de protección contra la condensación y las infiltraciones de agua, además de ayudar a reducir la aparición de grietas y fisuras en el edificio, ya que sufren menos cambios de temperatura.
Estas son sólo algunas de las razones por las que el cerramiento ventilado es el sistema de fachada exterior más eficiente que existe actualmente.
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