Las tensiones forman parte de una rivalidad cada vez mayor, y de la correspondiente acumulación militar, entre Washington y Moscú.

Dos bombarderos B-1B de la Fuerza Aérea que realizaban una misión de entrenamiento de largo alcance sobre el Mar Negro a finales de mayo provocaron que los aviones de combate rusos se alzaran e interceptaran a los aviones de guerra estadounidenses. Al menos tres veces en los últimos dos meses, aviones de combate rusos interceptaron aviones de vigilancia P-8 de la Marina sobre el Mediterráneo.

Y la semana pasada, aviones de combate rusos interceptaron tres aviones de reconocimiento RC-135 de Estados Unidos sobre los mares Báltico y Negro, dijo el Ministerio de Defensa ruso. Los aviones rusos finalmente volaron sin incidentes.

La OTAN celebró su ejercicio anual en el Báltico en junio, con la participación de Suecia y Finlandia, aunque no son miembros de la alianza. Participaron más de 8.600 soldados, 50 barcos, un portahelicópteros y dos submarinos. Pero desde entonces no se han realizado ejercicios de esa envergadura, dijo un portavoz de la OTAN.

Los analistas occidentales sugirieron que Rusia podría estar reaccionando más a las recientes protestas en Bielorrusia, advirtiendo a las potencias extranjeras sobre su implicación en el levantamiento. El Kremlin acusa desde hace tiempo a Estados Unidos de promover revoluciones en las antiguas repúblicas soviéticas, especialmente en Georgia y Ucrania.

«Los rusos están demostrando que están dispuestos a ir allí», dijo Karlis Neretnieks, un oficial retirado de alto rango y ex presidente de la Universidad de Defensa de Suecia. «Están tratando de asustar a Occidente»

El Sr. Neretnieks dijo que el gobierno del presidente Vladimir V. Putin, que ya está lidiando con las protestas en Siberia, está preocupado de que la posible caída de Aleksandr G. Lukashenko en Bielorrusia pueda provocar nuevas manifestaciones en Rusia. «Ahora quieren desviar la atención interna y crear una amenaza exterior».