Sobre los mecanismos de las vacunas conjugadas

Ago 24, 2021
admin

Consideraciones mecánicas para las vacunas conjugadas

El conocimiento actual del mecanismo de acción de las vacunas conjugadas se ha revisado recientemente en profundidad (11) y se resume esquemáticamente en la Fig. 1. Brevemente, después de la inmunización, los polisacáridos o las vacunas conjugadas son captados por las células dendríticas y transportados a los ganglios linfáticos, donde, para inducir una respuesta inmunitaria, necesitan comprometer tanto a las células B como a las T e iniciar la formación de centros germinales (CG). Los CG son lugares dentro de los ganglios linfáticos y el bazo donde las células B maduras proliferan, se diferencian y mutan sus genes de anticuerpos mediante hipermutación somática. Para formar los GC son necesarias tres células principales: las células B específicas de polisacáridos que expresan el anticuerpo en su superficie como receptor; las células T auxiliares foliculares (Tfh), que reconocen el antígeno portador de proteínas presentado en la superficie de las células B; y las células dendríticas foliculares (CDF), que contienen y presentan el antígeno a las células B. La reacción del GC produce anticuerpos de mayor afinidad y cambia la clase de anticuerpos (por ejemplo, de IgM a IgG) durante una respuesta inmunitaria normal a una infección o tras la vacunación. Las acciones se producen en regiones espacialmente distintas del GC denominadas zonas claras y oscuras. La selección y activación de los linfocitos B se produce en la zona clara, y la proliferación y mutación de los genes de los anticuerpos, en la zona oscura. Normalmente, las células B se unen y extraen antígenos proteicos de los CDF en la zona clara y luego internalizan los antígenos en el endosoma, los procesan en pequeños péptidos y cargan los péptidos en la cavidad del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH), que expone el péptido en la superficie de las células B para que pueda ser reconocido por el receptor de la célula Tfh. La célula Tfh activada proporciona entonces ayuda a la célula B mediante la interacción directa célula-célula y la secreción de citoquinas. Las células B recuperan el antígeno aplicando una fuerza de tracción, de modo que cuanto mayor sea la afinidad del BCR por el antígeno, mayor será la cantidad de antígeno recuperado y más intensa será la ayuda recibida de las células Tfh. Las células Tfh también perciben la afinidad por el antígeno cargado en el MHC, y cuanto mayor sea la afinidad, mayor será la intensidad de la ayuda proporcionada a las células B en la zona luminosa y, por tanto, las células B seleccionadas se someterán a más ciclos de replicación en la zona oscura y tendrán una maduración por afinidad más eficiente. Una vez activadas, las células B entran en la zona oscura, donde se multiplican rápidamente y expresan la citidina deaminasa inducida por la activación, que desencadena la introducción de mutaciones aleatorias en el gen de la Ig que codifica la región variable del BCR, generando así BCR mutados. Las células B mutadas con receptores funcionales vuelven a entrar en la zona luminosa, donde recuperan el antígeno de la superficie de las CDF, que procesan y presentan a las células Tfh y reinician el ciclo de maduración por afinidad. Los linfocitos B en el GC necesitan comprometerse con los linfocitos T para sobrevivir, y sufren apoptosis a menos que sean seleccionados positivamente al interactuar con los linfocitos Tfh y el antígeno.

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