Deseo llamar la atención de los lectores de este trabajo sobre el tema anterior cuando tengan la oportunidad de hacer observaciones personales, creyendo haber notado una curiosa distinción. El número de mis propios casos, aunque suficiente para justificar que aborde el tema, no es lo suficientemente grande como para permitirme formar conclusiones definitivas. Ya sea que el apretamiento de la mano sea el resultado de una emoción mental, de la histeria, o de otra convulsión nerviosa, de un envenenamiento agudo o del tétanos, las mujeres parecen siempre poner el pulgar a través de la palma de la mano y doblar los dedos sobre ella, con frecuencia hiriendo la piel de la bola del pulgar por la presión de las uñas del índice y del medio; mientras que los hombres invariablemente flexionan los dedos agudamente primero, de vez en cuando clavando las cuatro uñas en la palma de la mano, y giran el pulgar hacia afuera, a través del dorso de las falanges medias. Hace unos cuatro años presencié un caso de tétanos idiopático en una mujer negra en Barbades; la enfermedad había llegado a esa fase avanzada en la que los músculos de las extremidades empiezan a verse afectados durante los paroxismos, y fue interesante observar, antes de que se produjera el apretamiento real, que el pulgar empezó primero a crisparse hacia dentro, mientras los dedos estaban inmóviles. Posiblemente, esto puede ser el resultado inconsciente de los hábitos adquiridos durante la vida; no he tenido oportunidad de observar el fenómeno en los niños. Tal vez quienes lean esto en los trópicos, donde suele haber mucho tétano, hidrofobia y otras enfermedades convulsivas, tengan a bien comunicar su experiencia.