ABSTRACT

La integración de los inmigrantes es una preocupación política acuciante, y la percepción de que los recién llegados no se están integrando ha provocado una creciente reacción contra la migración. Una de las consecuencias son las políticas de «integración cívica», según las cuales los mecanismos más importantes de integración son la formación lingüística, el asesoramiento laboral y, sobre todo, la inculcación de valores liberal-democráticos. Sin embargo, pocos autores han abordado el hecho de que estas políticas son esencialmente ideología nacionalista cívica aplicada a los inmigrantes, y representan el capítulo más reciente de un antiguo debate sobre la relación entre mayorías y minorías que se centró en el conflicto nacionalista intraestatal durante la década de 1990. Las políticas de integración cívica reflejan la autorrepresentación de las mayorías y son política y ontológicamente problemáticas. En primer lugar, en muchos casos parecen entenderse mejor como un tipo de política simbólica que tiene que ver más con quién entra que con cómo se integra. En segundo lugar, el nacionalismo cívico se basa en una teoría de las naciones y el nacionalismo que los trata como fenómenos exclusivamente ideológicos, e ignora las bases sociales de la integración. Los «valores compartidos» son un producto de ese proceso, no un mecanismo para su consecución.