Quién es quién en los iconos ortodoxos: 5 santos rusos más importantes
1. Boris y Gleb
Boris y Gleb, hijos de Vladimir el Grande, bautizador de la Rus, fueron los primeros santos rusos autóctonos. Nacidos poco antes de que la Rus se convirtiera a la ortodoxia, fueron educados en la fe cristiana, y al ser bautizados tomaron los nombres de Román y David.
Dirigieron los reinos que les dio su padre: Boris en Rostov, y Gleb en Murom. A la muerte del príncipe Vladimir, el mayor de los hermanos, Svyatopolk, se proclamó Gran Príncipe y ocupó el trono. Y aunque ni Boris ni Gleb reclamaron el trono y no querían librar una guerra civil con su hermano, Svyatopolk les temía y ordenó que los mataran.
Boris y Gleb fueron canonizados en los siglos XI-XII como mártires que resistieron al mal. Fueron venerados como sanadores, y en su tumba se produjeron muchos milagros. Con el tiempo fueron considerados protectores de Rusia.
2. Juan de Kronstadt
Juan de Kronstadt fue canonizado recientemente, en 1990. Sus antepasados varones habían sido sacerdotes durante más de tres siglos. Su vida estuvo ligada a Kronstadt, una importante base naval. Cuando estudiaba en la Academia Teológica de San Petersburgo, Juan tuvo un sueño en el que dirigía un servicio en la Catedral de San Andrés de Kronstadt. Cuando le ofrecieron casarse con la hija del superior de la catedral, aceptó inmediatamente.
El padre Juan se hizo famoso por sus poderosos sermones, así como por el apoyo espiritual y material que prestaba a las personas necesitadas. Pronto todo el país le conoció, y la catedral de San Andrés era constantemente visitada por sus admiradores y por quienes esperaban un milagro. Estaba dispuesto a escuchar a cualquiera, a ayudar a cualquiera. A menudo los servicios duraban todo el día, hasta bien entrada la noche, y el padre Juan sólo descansaba unas horas.
Se convirtió en opositor de León Tolstoi, por considerar que el escritor corrompía la moral pública y que sus enseñanzas distorsionaban los fundamentos de la fe cristiana. El padre Juan también era respetado entre la realeza. Se alojó en Livadia, en Crimea, con el emperador Alejandro III durante sus últimos días.
3. Sergio de Radonezh
Los admiradores del arte ruso conocen bien su rostro. El célebre pintor Mikhail Nesterov le dedicó 15 obras, entre ellas Visión del joven Bartolomé.
Al optar por la vida monástica, Sergio acabó convirtiéndose en ermitaño, y junto a su hermano sentó los cimientos de la Iglesia de la Trinidad, junto a su celda. Hoy en día, la iglesia forma parte de la Lavra de la Trinidad de San Sergio en Sergiyev Posad, a las afueras de Moscú.
Según los relatos históricos, hizo milagros, curando a los enfermos y resucitando a los muertos. La mayoría de los santos rusos de los siglos XIV y XV fueron alumnos y discípulos de Sergio de Radonezh. Sus reliquias se conservaron y protegieron cuidadosamente, y cuando Napoleón ocupó Moscú se ocultaron en monasterios alejados de la capital. Sergio fue el primer santo ortodoxo que también fue venerado en la Iglesia católica.
4. Xenia de San Petersburgo
La gente empezó a hablar de la beata Xenia en la década de 1840. Se convirtió en una de las llamadas «Locas por Cristo» tras la muerte de su marido, el cantor de la corte, Andrei Petrov. Regaló sus pertenencias a los pobres y comenzó a vagar por las calles de San Petersburgo. Repartía las limosnas que recibía y rechazaba los regalos caros. Llevaba blusas rojas y verdes, así como faldas, y decía que su marido estaba vivo y ella muerta.
La bendición de Xenia traía buena fortuna, por lo que era invitada a las casas de la gente sólo para saludar a los niños y a los recién casados. Canonizada en 1988, en 2017 el Museo Estatal del Hermitage hizo público quizá el único retrato de Xenia pintado en vida.
5. La beata Matrona de Moscú
Los milagros acompañaron a Matrona incluso antes de nacer. Cuando su madre decidió que tras el parto dejaría a la niña en un orfanato, un pájaro blanco y ciego con rostro humano se le apareció en sueños. La mujer pensó que era una señal y decidió no entregar al bebé.
La niña nació sin ojos y tenía una protuberancia en el pecho que parecía una cruz. En su infancia Matrona estuvo rodeada de santos. Sus compañeros no se relacionaban con ella y se burlaban de su ceguera, por lo que jugaba con los iconos, confiando en ellos sus pensamientos.
De adulta, Matrona peregrinaba con sus amigos a santuarios sagrados. Por ejemplo, visitó la catedral de San Andrés en Kronstadt, donde el padre Juan la llamó el octavo pilar de Rusia.
Matrona siempre acogía a la gente, la curaba y le daba consejos. Cuenta la leyenda que incluso José Stalin acudió a ella para pedirle consejo. Murió en 1952 y en 1999 fue canonizada como santa. Hoy, sus reliquias se conservan en el Convento del Velo Protector de Nuestra Señora de Moscú. Todos los días la gente acude allí en busca de su ayuda, protección y curación.
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