¿Qué significa dominar un idioma?
Cuando la gente empieza a estudiar un nuevo idioma, suele decir que espera llegar a «dominarlo». Tal vez se imaginan moviéndose con facilidad por las calles de una ciudad extranjera, disfrutando de nuevos y emocionantes lugares y personas. Es una buena motivación, pero conviene definir el objetivo de forma más concreta y realista. Entendida correctamente, la fluidez es una valiosa guía para saber lo bien que le va a un estudiante en un programa de idiomas, y lo bien que el programa le va al estudiante.
Por supuesto, «fluido» significa «que fluye», una corriente de discurso que no se detiene por buscar una palabra a tientas o por quedar atrapado en un callejón sin salida gramatical. Los profesores de idiomas a veces bromean sobre los estudiantes que son «terriblemente fluidos». Son los que parlotean sin parar, sin darse cuenta de que sus errores lingüísticos (errores de pronunciación, elección de palabras erróneas, sintaxis fracturada) hacen que hablar con ellos sea una carga para los hablantes nativos. Aun así, esto es una especie de fluidez, y ciertamente es mejor que estar congelado por el miedo a cometer un error.
El objetivo que la mayoría de los estudiantes probablemente querrían alcanzar es hablar cómodamente, comunicarse con claridad sin esfuerzo y no molestar a la gente. Esto sigue dejando la cuestión de qué quiere hacer el alumno con el idioma -pedir comida en un restaurante, una conversación informal, discusiones detalladas sobre política o cultura- cada etapa del camino requerirá un estudio más profundo y una exposición más amplia.
Al final, adquirir fluidez significará pensar en el nuevo idioma. Pero no el tipo de pensamiento que implica sentarse en un banco, con la barbilla apoyada en el puño, reflexionando con el ceño fruncido. Pensar en una lengua significa querer decir algo y luego simplemente decirlo, sin un proceso consciente de ponerlo en palabras. Como los niños, que normalmente hablan con fluidez (por muy «difícil» que sea su lengua materna) hacia los cinco años. Y a pesar de lo que algunos padres puedan pensar, los niños nunca son «terriblemente fluidos». Eso es algo que sólo pueden conseguir los estudiantes de lenguas extranjeras, y con suerte sólo como una fase pasajera.
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