Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, los hombres han llevado barba. No es difícil entender por qué: los hombres de las cavernas no tenían otra opción, ya que carecían de cualquier tipo de cuchilla para eliminar el vello facial.

Sin embargo, una vez que la metalurgia se ha refinado en cualquier civilización, la tecnología de los cuchillos y las tijeras le sigue rápidamente. Estas herramientas se vuelven cada vez más refinadas, y los refinamientos conducen al desarrollo de la navaja de afeitar, el cuchillo más afilado que existe. Con un cuchillo muy afilado, el afeitado se hace posible

Incluso con estos desarrollos, sin embargo, los hombres preferían la barba.

Por un lado, muchas religiones prohibían el afeitado. (Por otro lado, afeitarse con una navaja de afeitar podía ser una actividad peligrosa que era mejor dejar en manos de los profesionales, que vivían principalmente en las ciudades y cobraban mucho por sus servicios. Y así, hasta principios del siglo XX, la barba estaba de moda y la mayoría de los hombres la llevaban.

Eso cambió en Estados Unidos después de la Primera Guerra Mundial, por dos razones:

• Gillette había introducido la «maquinilla de afeitar de seguridad» en 1901. La maquinilla de afeitar hizo posible y barato que los hombres se afeitaran a diario, y -gracias a una campaña publicitaria masiva- fue ganando popularidad.
• Los soldados del Ejército de Estados Unidos debían afeitarse para que las máscaras de gas que les protegían de los agentes químicos desplegados como arma se ajustaran correctamente. El Ejército compró millones de maquinillas de afeitar y cuchillas Gillette para hacer posible el afeitado.
• Cuando «Johnny llegó marchando a casa», el soldado estadounidense era un héroe con la cara bien afeitada. Los Doughboys aparecían en sus ciudades natales y se les veía en los noticiarios de las películas. Con la ayuda de campañas publicitarias de empresas como Gillette, la cara bien afeitada se puso de moda. En los locos años 20, la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial y los florecientes años 50, la barba no estaba de moda. Ese tabú se ha suavizado desde los años 60, pero sigue siendo mucho más habitual que los hombres se afeiten que no lo hagan. Y es estrictamente una declaración de moda, en gran medida el resultado de la publicidad de empresas como Schick, Norelco y Gillette.

  Para decirlo de otra manera: Si tienes barba, nadie gana dinero.