Aunque desde hace tiempo es popular entre los turistas argentinos, La provincia de Córdoba recibe pocos visitantes extranjeros, a pesar de ser una de las zonas más diversas del país. Esta región infravalorada alberga ciudades de moda, germanías kitsch, revolucionarios emblemáticos, centros de paracaidismo, observadores de ovnis y, quizás, las mejores cabalgatas del continente.

Porque su capital se está poniendo de moda

La capital de la provincia y segunda ciudad de Argentina, Córdoba sale por fin de la larga sombra de Buenos Aires. Sede de la segunda universidad más antigua de Sudamérica, la ciudad tiene una gran población estudiantil, lo que le da un aire dinámico y juvenil. Esto se combina con un microcentro bien conservado, lleno de hermosas iglesias de la época colonial, monasterios, teatros y edificios municipales.

Las autoridades locales están invirtiendo mucho en arte y cultura, y se han abierto varios museos y espacios culturales nuevos. El último es el Centro Cultural Córdoba, una llamativa construcción de vidrio y hormigón, con un techo en forma de arco que parece haber sido diseñado específicamente para tentar a los patinadores (aunque numerosos carteles advierten que esta actividad está explícitamente prohibida).

Inmediatamente detrás del centro, que alberga exposiciones periódicas, representaciones teatrales y proyecciones cinematográficas, se encuentra el Faro, un giro de hormigón que se eleva casi 90 m en el aire.

El centro de la Córdoba cool, sin embargo, es el Barrio Güemes, uno de los barrios más antiguos de la ciudad, que ahora se está aburguesando rápidamente. Muchas de sus casas del siglo XVIII y principios del XIX se han transformado en tiendas de antigüedades, boutiques, galerías de arte y restaurantes y bares de moda. El barrio cobra vida por las noches, cuando los vecinos acuden a tomar cervezas artesanales en Dada Mini y cócteles en Milk, a comer en el Milo Lockett, propiedad de artistas, y, los fines de semana, a rebuscar en los puestos del bohemio mercadillo del Paseo de las Artes.

Porque puedes cabalgar como un gaucho

Las sierras centrales de Córdoba, una cordillera formada 400 millones de años antes que los Andes y flanqueada por páramos y pampas, son maravillosas para montar a caballo. El mejor lugar de la región para jinetes principiantes o experimentados es la Estancia Los Potreros, de propiedad anglo-argentina.

En este maravilloso y aislado rancho de trabajo, la familia Begg y sus gauchos le llevarán a realizar épicas cabalgatas a través de un paisaje ondulado que recuerda vagamente a las Tierras Altas de Escocia.

Entre sus caballos se encuentran los pasoperuanos, una raza famosa por su «marcha» extra -una quinta marcha esencialmente- que hace que la conducción sea más suave. Están tan bien criados que incluso el jinete más nervioso pronto se imaginará que es un vaquero o una chica. Los jinetes más experimentados, por su parte, pueden probar ese deporte tan anglo-argentino que es el polo.

Porque hay una ciudad que parece una Alemania de dibujos animados

Para cambiar completamente de escenario, diríjase a Villa General Belgrano, que parece una versión de dibujos animados de Alemania. La ciudad fue fundada en la década de 1940 por los supervivientes del Graf Spree, un acorazado nazi que se hundió frente a las costas de Argentina durante la «Batalla del Río de la Plata» en la Segunda Guerra Mundial.

Sus calles están llenas de edificios de estilo alpino, falsos castillos y pubs con nombres como «Alter Zeppelin» y «Viejo Munich». Los restaurantes sirven salchichas y chucrut, spätzle y goulash, mientras que los cafés ofrecen pastel de selva negra y strudel de manzana. Las tiendas, por su parte, están repletas de jarras de cerveza, trolls de madera de juguete y relojes cu-cu. La ciudad se pone de moda -con el kitsch al máximo- en otoño, cuando se celebra la estridente Oktoberfest.

Porque hay adrenalina en los cielos

En el norte de la provincia se encuentra la ciudad de La Cumbre, capital argentina del paracaidismo, el ala delta y el parapente. Pero si prefiere contemplar el cielo, diríjase a la cercana Capilla del Monte, famosa por sus avistamientos de ovnis. Aquí llega un flujo constante de visitantes para experimentar los «centros energéticos» de la zona, probar las cualidades medicinales de las plantas y hierbas locales y, sobre todo, subir al Cerro Uritorco, el supuesto corazón de la actividad paranormal de la región.

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Porque hay una fascinante historia revolucionaria

La provincia también tiene una fascinante historia revolucionaria, empezando por los jesuitas, que ayudaron a dar forma a la Sudamérica moderna. La orden religiosa -a la que pertenece el Papa Francisco- llegó a la región a principios del siglo XVII y la convirtió rápidamente en un centro cultural. La comunidad indígena proporcionaba trabajo forzado a cambio de los beneficios «civilizadores» de la instrucción religiosa y en lengua española.

Para la Corona española, este era un enfoque peligrosamente ilustrado, y los jesuitas -ya muy ricos- fueron finalmente desterrados del continente en la década de 1760. Además de una influencia cultural duradera, dejaron un increíble conjunto de joyas arquitectónicas, especialmente estancias como la de Santa Catalina.

Casi 200 años más tarde, en la década de 1930, la familia Guevara se trasladó a Alta Gracia, un pequeño pueblo a 40 km al sur de Córdoba, con la esperanza de que el clima seco de las sierras circundantes ayudara al «Che», de cinco años de edad, a hacer frente a su asma crónica.

Su casa, Villa Beatriz, es ahora un evocador museo, repleto de todo tipo de recuerdos, desde los palos de golf y la máquina de escribir que el Che utilizó de joven hasta las cenizas de Alberto Granado, con quien se embarcó en su famoso viaje en moto por América Latina.

Shafik Meghji es coautor de The Rough Guide to Argentina. Tiene un blog en unmappedroutes.com y tuitea @ShafikMeghji. Compara vuelos, encuentra excursiones, reserva albergues y hoteles para tu viaje, y no olvides contratar un seguro de viaje antes de partir.