Los activistas están intentando que una isla de basura flotante del tamaño de Francia sea reconocida como país en el Pacífico Norte.

Las islas de basura, como se llamaría el país, es una idea de la organización benéfica Plastic Oceans Foundation y la empresa de medios de comunicación LadBible, que están solicitando a las Naciones Unidas que reconozcan la masa de plástico, que flota frente a la costa de Hawai, como el país número 194 del mundo.

Pero la condición de nación no es algo fácil de conseguir.

Según el artículo 1 de la Convención de Montevideo de 1933, un país debe ser capaz de: definir sus fronteras (algo complicado cuando sigue acumulando residuos a diario); formar un gobierno; interactuar con otros estados; y tener una población establecida de forma permanente.

Por suerte, el ecologista y ex vicepresidente de los Estados Unidos de América Al Gore se ha ofrecido para ser el primer ciudadano de Trash Isles. El segundo podría ser el diseñador Mario Kerkstra, que ha creado una bandera, un pasaporte, unos sellos y una moneda para la isla (llamada debris) con imágenes de basura flotante.

Puede parecer exagerado, pero el objetivo principal de la campaña es concienciar sobre los estragos medioambientales que se están produciendo en el océano. Cada año se vierten en él unos ocho millones de toneladas de plástico, lo que equivale aproximadamente a un camión de basura lleno cada minuto.

‘Queremos reducir esta nación,’ dice Gore. ‘No queremos que se añada más plástico, así que inventemos materiales biodegradables, en lugar de esta basura. Deberíamos poner un precio al carbono, lo que también afectaría al atractivo económico del plástico»

Gore también aboga por la introducción de leyes de reciclaje que reduzcan al mínimo la cantidad de plástico que se tira, y aumenten la cantidad que se reutiliza para nuevos productos.

El plástico mata a más de un millón de aves marinas al año, y también ha empezado a llegar a la cadena alimentaria humana. Si el ritmo actual de vertidos continúa, podría superar la cantidad de peces en el océano para el año 2050.

Si las Islas de la Basura fueran reconocidas formalmente, estarían sujetas a las mismas leyes medioambientales regidas por las Naciones Unidas, lo que significaría que la nación de la basura se vería obligada a limpiar sus actos.

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