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Suecia y Suiza se confunden a menudo, pero un reciente artículo de opinión en el New York Times despotrica de la nación alpina como la utopía menos socialista pero más exitosa. ¿Debería el modelo de capitalismo de Suiza ser un ejemplo para el mundo?
Este contenido se publicó el 14 de noviembre de 2019 – 17:3314 de noviembre de 2019 – 17:33 Jessica Davis Plüss
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Jessica cubre lo bueno, lo malo y lo feo cuando se trata de grandes empresas globales y su impacto en Suiza y en el extranjero. Siempre busca una conexión suiza con su San Francisco natal y estará encantada de discutir por qué su ciudad natal ha producido algunas de las mayores innovaciones, pero no parece poder resolver su crisis inmobiliaria.
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La postal de un arco iris elevándose sobre los Alpes nevados es la imagen por excelenciaEnlace externo de Suiza. Aunque el país tiene sus problemas, el autor del artículo de opinión tiene razón: la gente es más rica, y la diferencia de ingresos es bastante estrecha en relación con la mayoría de los países.
Pero esto no es toda la historia, como señalaron los más de 1.000 comentarios de los lectores. Uno de ellos escribió que el «milagro» suizo se basa en «la evasión fiscal y la canalización de los ingresos empresariales mundiales a través de este pequeño y singular país». Otro lector señala la lentitud de los avances en materia de igualdad de género, ya que el último cantón concedió el derecho de voto a las mujeres en 1991.
La realidad que quizá más se pase por alto es que el modelo capitalista puede funcionar en Suiza, pero no siempre ha sido tan fácil para otros países. El país tiene un historial de hacer la vista gorda ante algunos negocios turbios de empresas más allá de sus fronteras (vea aquíEnlace externo lo último sobre el multimillonario escándalo de corrupción de Anglo Leasing en Kenia.)
Varias empresas suizas han dicho que las cosas tienen que cambiar. El director general de la empresa ginebrina de comercio de materias primas Sucafina, admitió recientemente en una entrevista en Le Temps, que hay que reinventar el capitalismoEnlace externo.
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Y en otras noticias:
Representantes de los pueblos indígenas de Brasil piden a Suiza que se aparte del proyectado acuerdo de libre comercio del Mercosur, argumentando que su firma equivale a un «genocidioEnlace externo», mientras los bosques arden en el Amazonas. Los comerciantes suizos de materias primas están en medio de todo esto, ya que la tierra está siendo despejada para dar paso a la producción de oro, soja y aceite de palma.
Una investigación en profundidad realizada por el New Yorker descubrió que las tierras indígenas del Amazonas están más amenazadas por la expansión de la minería ilegal de oroEnlace externo, gran parte de la cual termina en las refinerías de Suiza. Mientras que las grandes empresas profesan prácticas de compra éticas, el autor escribe que «la falta de voluntad del gobierno brasileño para regular la cadena de suministro asegura que el «oro sucio» se abra camino en el mercado, al igual que los diamantes de sangre».
Las empresas farmacéuticas están acudiendo a los tribunales en EE.UU. y España por los costes de R&D. En Estados Unidos, el Gobierno ha acusado a la farmacéutica estadounidense Gilead Sciences de beneficiarse de la investigación financiada por los contribuyentesEnlace externo de su medicamento para la prevención del VIH sin pagar derechos de autor. En España, la empresa suiza Novartis ha presentado un recurso contra la decisión de una agencia federal de hacer pública la información sobre los criterios terapéuticos y financierosEnlace externo utilizados para fijar el precio de su inmunoterapia Kymriah.
Esto está desencadenando un debate más amplio sobre la transparencia de los precios de los medicamentosEnlace externo, así como sobre quién paga y quién se beneficia de los millones invertidos en R&DExternal link para tratamientos costosos.
¿Qué está por venir? Escribiré el próximo boletín desde el Foro de Empresas y Derechos Humanos de la ONU en Ginebra.
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