Es cierto que existe una larga relación entre la creatividad y el insomnio. Innumerables obras de arte se han inspirado en esas horas delirantes e insomnes en medio de la noche, donde, desde la suavidad de nuestras camas, chocan los sueños y la realidad: el arte onírico de Dalí; las novelas de pesadilla de Stephen King; algunas de las canciones más famosas de los Beatles.

Yo también soy insomne. Yo también me despierto por la noche habiendo visto en una visión algo que estoy convencido de que hay que recordar, y escribo en mi teléfono con los ojos entrecerrados. Estas notas son mensajes de mi subconsciente.

No hay ninguna decepción como abrir estas líneas, que podrían ser profundas, a la mañana siguiente, agotado y dolorido por una noche en vela, para descubrir que dicen: «Las Pringles no están hechas realmente de patatas». ¡Muchas gracias, cerebro! Me alegra ver que, a pesar de años de introducir experiencias coloridas y conocimientos oscuros, el motor de mi existencia -mi mente- elige emitir un mito urbano de patio de colegio sobre las patatas fritas (otras notas sin sentido incluyen una que dice: «¿Por qué la gente lleva a los bebés al trabajo si los bebés odian el capitalismo?»)

En realidad no hay ningún beneficio, ninguna ventaja, en dormir mal. No hay forma de idealizarlo de buena fe. Y a pesar de mi tendencia a intentar hacerlo, estoy aprendiendo a hacer las paces con la verdad. En pocas palabras: algunos hechos de la vida, algunos momentos y personas en ella, son un poco basura. Y eso está bien.

Por otra parte, al escribir esta columna y recordar esas notas nocturnas, busqué en Google las Pringles: resulta que, de hecho, sólo tienen un 42% de patatas. Así que quizás -¡quizás, quizás! – ¿el insomnio tiene sus cualidades? Oh, Dios, aquí voy de nuevo.

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