La vacunación contra la TBE y la experiencia austriaca
En la época anterior a la vacunación, Austria tenía la mayor morbilidad registrada de encefalitis transmitida por garrapatas (TBE) en Europa. La enfermedad representaba más del 50% de todas las meningoencefalitis víricas en el este y el sur del país. Esto nos impulsó a iniciar un proyecto de cooperación para el desarrollo de vacunas en 1971 con J. Keppie, del Microbiological Research Establishment, Porton Down, Inglaterra. Tras los resultados muy satisfactorios de los estudios de campo, realizados en individuos para los que la TBE estaba clasificada como enfermedad profesional (trabajadores forestales, agricultores, etc.), la vacuna de virus muertos (véase el capítulo de N. Barrett en este número), fue puesta a disposición comercial por Immuno AG Vienna (ahora Baxter Health-Care). La vacuna demostró ser altamente inmunógena y muy bien tolerada tanto en adultos como en niños. Tras completar la serie de tres vacunaciones se registraron tasas de seroconversión de >99%. En Austria, como en otros países europeos, la TBE se adquiere ahora en su mayor parte durante las actividades de ocio. En vista de este hecho, en 1981 se inició una campaña de vacunación masiva. Posteriormente, la cobertura de vacunación de la población austriaca aumentó del 6% en 1980 al 86% en 2001, superando el 90% en algunas de las zonas de alto riesgo. Los datos recogidos anualmente por nuestro sistema de vigilancia muestran que la eficacia clínica de la vacuna es excelente. Partiendo de la base de que toda la población austriaca está en riesgo de infección, la tasa de protección calculada tras tres dosis de la vacuna es del 96-98,7%. La enfermedad irruptiva es rara y afecta principalmente a los grupos de edad más altos. Desde la llegada de la vacunación contra la TBE sólo se ha observado un único caso en el grupo de edad de hasta 20 años. El aumento de la cobertura de la vacunación condujo a un descenso más o menos constante de la TBE, reduciendo drásticamente el problema de salud pública que supone la enfermedad en Austria, especialmente en las provincias, donde anteriormente se observaban las mayores tasas de morbilidad. Por ejemplo, en Carintia, en los años 1973-1982 se registró una incidencia media anual de 155, frente a sólo cuatro casos anuales en los últimos 4 años. La experiencia austriaca demuestra que la contención de una enfermedad vírica transmitida por garrapatas es factible, siempre que se disponga de una vacuna bien tolerada y eficaz que sea ampliamente aceptada por la población general.