Independencia de Guatemala
Guatemala declaró su independencia de España en 1821. Tras un breve período de anexión a México, formó parte de la Federación de naciones centroamericanas, que incluía a Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica. La independencia de Guatemala se logró efectivamente en 1840, cuando el movimiento guerrillero liderado por Rafael Carrera, un campesino de ascendencia mixta española e indígena, derrotó a las fuerzas de Francisco Morazán, presidente de la federación. La presidencia de Carrera fue conservadora y respaldada por el clero, así como por los terratenientes.
El presidente Justo Rufino Barrios Auyón, un destacado cafetero, inició una era de liberalismo en 1873. Su gobierno estableció la libertad de culto y la educación obligatoria, pero también confiscó tierras eclesiásticas para crear un mercado inmobiliario privado. En 1877 se promulgó el Reglamento de Jornaleros, que obligó a los mayas de las tierras altas a realizar trabajos estacionales en las plantaciones de café.
En 1898, Manuel Estrada Cabrera llegó a la presidencia. Al año siguiente, se estableció la United Fruit Company, de propiedad estadounidense, que dominaba la producción de plátanos en Centroamérica e influía en la política del gobierno guatemalteco. Estrada Cabrera gobernó hasta 1920. Durante la siguiente década, los trabajadores se organizaron y el «problema del indio» se convirtió en un tema de debate público. En 1931, Jorge Ubico asumió la presidencia, gobernando con fuerza dictatorial. Su derrocamiento en 1945 inició un periodo de libertad de expresión y de reformas agrarias.
Con el presidente Jacobo Arbenz Guzmán, el gobierno autorizó la redistribución de grandes extensiones de tierra privada, lo que provocó el golpe de Estado respaldado por la CIA en 1954. La trágica Guerra Civil de 1960-1996 surgió como respuesta popular a la dictadura militar que se estableció tras ese golpe. La violencia se cobró la vida de 200.000 personas, en su mayoría mayas. Los mayas han dado testimonio del terror a través de relatos: Víctor Montejo, Testimonio: La muerte de un pueblo guatemalteco (1987); y Rigoberta Menchú, ganadora del Premio Nobel de la Paz en 1992, Yo, Rigoberta Menchú: una india en Guatemala (1984).