Fronteras de la Psicología
Editorial sobre el tema de investigación
Nuevas Perspectivas sobre la Violencia Doméstica: de la Investigación a la Intervención
En un documento fechado el 16 de junio de 2017, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos afirmó que la Violencia Doméstica (VD) tiene un impacto significativo no sólo en las personas maltratadas, sino también en los miembros de la familia, los amigos y en las personas que están dentro de las redes sociales tanto del maltratador como de la víctima. En este sentido, los niños que son testigos de la VD mientras crecen pueden sufrir graves daños emocionales. La Comisión Europea (DG de Justicia) señaló en el Programa Daphne III que 1 de cada 4 mujeres en los estados miembros de la UE ha sido impactada por la VD, y que el impacto de la VD en las víctimas incluye muchas consecuencias críticas: falta de autoestima, sentimiento de vergüenza y culpa, dificultades para expresar sentimientos negativos, desesperanza e impotencia, que, a su vez, conducen a dificultades para utilizar buenas estrategias de afrontamiento, autogestión y redes de apoyo mutuo. En 2015, la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE afirmó que la violencia contra las mujeres puede considerarse una violación de los derechos humanos y de la dignidad. La violencia contra las mujeres existe en todas las sociedades y puede estar relacionada con cualquier condición social, económica y cultural y tener un impacto a nivel económico. Incluye el abuso físico, sexual, económico, religioso y psicológico.
Aunque los hombres sufren violencia doméstica por parte de las mujeres, la tasa de VD entre las mujeres es mucho más alta que la de los hombres, especialmente en la categoría de ser asesinadas debido a la VD.
Estudios recientes han demostrado que entre el 13 y el 61% de las mujeres (de 15 a 49 años de edad) declaran haber sufrido abusos físicos al menos una vez por parte de su pareja. La violencia doméstica tiene lugar en diferentes grupos de edad, géneros, orientaciones sexuales, estatus económicos o culturales. Sin embargo, la VD sigue siendo en gran medida poco denunciada debido al miedo a las represalias del agresor, a la esperanza de que la VD cese, a la vergüenza, a la pérdida de prestigio social debido a la cobertura negativa de los medios de comunicación y a la sensación de estar atrapada sin ningún lugar al que acudir:
De ahí que se estime que el 90% de los casos de VD siguen siendo identificados como una violencia no denunciada.
El objetivo de este Número Especial de Fronteras de la Psicología es reunir contribuciones científicas y multidisciplinares actualizadas sobre temas vinculados a la violencia doméstica, incluyendo la violencia de pareja (VPI). Alentamos las contribuciones de una variedad de áreas, incluyendo artículos originales cualitativos y cuantitativos, revisiones, meta-análisis, teorías y estudios de casos clínicos sobre los correlatos biológicos, psico-sociales y culturales, los factores de riesgo y protección, y los factores asociados relacionados con la etiología, la evaluación y el tratamiento tanto de las víctimas como de los autores de la VD.
Esperamos que este Número Especial estimule un debate mejor informado sobre la Violencia Doméstica, en relación con su impacto psicosocial (dentro y fuera del hogar, en la escuela y en el lugar de trabajo), con las estrategias de prevención e intervención de la VD (dentro de la familia y en la sociedad en general), además de los tipos específicos de VD, y también con los temas controvertidos en este campo.
El Número Especial comprende tanto revisiones teóricas como trabajos de investigación originales. Se incluyen 7 trabajos de investigación, 6 revisiones (revisión de políticas y prácticas, revisión sistemática, revisión y minirevisión) y 1 trabajo metodológico.
La primera sección comprende 2 revisiones sistemáticas y 3 trabajos de investigación originales centrados en los factores asociados a la violencia doméstica/de pareja/feminicidio. Velotti et al. realizaron una revisión sistemática centrada en el papel del estilo de apego en la victimización y la perpetración de la VPI. Varios estudios incluidos no lograron identificar asociaciones significativas. Los autores sugieren considerar otras variables (por ejemplo, la condición socioeconómica) que en interacción con los estilos de apego podrían explicar las diferencias encontradas entre los estudios. Teniendo en cuenta la contribución clínica que estos hallazgos pueden aportar al tratamiento de las víctimas y los agresores de la VPI, se necesitan futuros estudios. A partir de una revisión sistemática realizada por Gerino et al. centrada en la VPI en la «edad de oro» (la tercera edad), se encontraron como factores de riesgo las condiciones económicas y educativas, la edad más temprana (55-69 años), la pertenencia a minorías étnicas, el deterioro cognitivo y físico, el abuso de sustancias, los valores culturales y sociales, el sexismo y el racismo; la depresión surgió como factor de riesgo y consecuencia de la VPI. Sin embargo, el apoyo social se identificó como principal factor de protección. También los comportamientos de búsqueda de ayuda y los servicios locales/nacionales tuvieron un impacto positivo en el fenómeno. Además, se destacó el papel de la comunicación de los padres (Ríos-González et al.) en el sentido de que las madres animan a las hijas a entablar relaciones con hombres éticos, al tiempo que eliminan de su representación los rasgos atractivos y potencian el doble rasero de ver al hombre ético como poco atractivo frente al hombre violento y atractivo. La comunicación de los padres dirigida a los chicos jóvenes apoya la masculinidad tradicional dominante, objetivando a las chicas y enfatizando los valores machistas. Estas dinámicas comunicativas impactan en el comportamiento de los varones y en la elección de la pareja por parte de las mujeres, a la vez que aumentan la atracción hacia los hombres violentos, influyendo así en el riesgo de verse involucrado en episodios de VPI.
Además, se identificaron factores asociados a la victimización múltiple de VPI por parte de diferentes parejas. En el estudio de Herrero et al., la experiencia de maltrato infantil surgió como un predictor principal («proceso de selección de pareja condicional»). Del mismo modo, la victimización de adultos perpetrada por personas distintas a la pareja íntima influye en los episodios múltiples de VPI. Además, este fenómeno es más frecuente entre las mujeres más jóvenes y con menores ingresos. La duración de la relación y las mayores consecuencias psicológicas de la VPI previa se asocian positivamente con los episodios de VPI múltiple, mientras que el abuso físico previo se relaciona negativamente con la victimización posterior. El riesgo de múltiples episodios de VPI se reduce en los países con mayor desarrollo humano, lo que sugiere el papel de los factores estructurales.
Respecto a las razones del feminicidio, los motivos pasionales asumen el papel principal, seguidos de los problemas familiares, los motivos antisociales, los delitos depredadores que comprenden el componente sexual, la impulsividad y los trastornos mentales. El riesgo de que se produzcan episodios de ensañamiento es mayor cuando el agresor es conocido por la víctima y cuando el asesinato se comete por motivos pasionales (Zara y Gino).
La segunda sección incluye trabajos centrados en la VPI/VD en contextos particulares (un trabajo de investigación, dos revisiones). Dentro de las parejas separadas, donde los conflictos son habituales, tanto los hombres como las mujeres experimentan agresiones psicológicas. Sin embargo, surgieron algunas particularidades: las mujeres empezaron a sufrir varios tipos de violencia psicológica cuyo objetivo era controlarlas (complicando el proceso de separación), deshumanizarlas y criticarlas. Los hombres sólo informan de pocas formas de violencia experimentadas (probablemente debido a la posición social de los hombres que reduce sus oportunidades de revelación), que se refieren principalmente a la limitación de la posibilidad de conocer a los hijos (Cardinali et al.). En cuanto a las parejas del mismo sexo (Rollè et al.), surgieron tanto similitudes como diferencias en comparación con las parejas heterosexuales. La IPV entre las personas LGB es comparable o incluso superior a los episodios heterosexuales. Las características únicas presentes en la VPI del mismo sexo se refieren a los aspectos de identificación y tratamiento, principalmente debido a la ausencia de soluciones útiles para abordar los obstáculos a los comportamientos de búsqueda de ayuda (relacionados con el miedo a la discriminación dentro de la comunidad LGB), y la limitación de los programas de tratamiento adaptados a las particularidades de la experiencia LGB. Del mismo modo, en las comunidades de las Primeras Naciones de Canadá, la violencia de género es un fenómeno muy extendido. Sin embargo, la falta de programas de prevención y la presencia de soluciones de intervención que no abordan sus orígenes culturales, limitan la reducción del problema y la recuperación de las víctimas. Klingspohn sugiere el desarrollo de intervenciones capaces de garantizar la seguridad cultural y, en consecuencia, reducir la discriminación y la marginación que los aborígenes experimentan con el sistema de salud convencional y que limitan los comportamientos de búsqueda de ayuda.
La tercera sección comprende dos revisiones y un trabajo de investigación relacionados con el impacto de la violencia doméstica y de pareja. La revisión sistemática realizada por Onwumere et al. destacó la carga financiera y emocional que la violencia perpetrada por pacientes psicóticos supone para sus cuidadores informales (principalmente familiares cercanos). Además, los autores identificaron dentro de los estudios incluidos la asociación positiva entre la victimización y los síntomas de trauma, el miedo y el sentimiento de impotencia y frustración.
Entre las personas que sufrieron violencia doméstica con una pareja romántica o no romántica que se convirtió en su acosador, la victimización por acoso conlleva consecuencias físicas y emocionales tanto para las víctimas masculinas como femeninas. Las mujeres sufrieron más que los hombres síntomas depresivos y de ansiedad (aunque para ambos géneros los síntomas fueron mínimos), mientras que los hombres experimentaron más ira. Además, ambos géneros adoptaron al menos una estrategia de «alejamiento» para afrontar los episodios de acoso, y el aumento de las conductas de acoso determinó una reducción del uso de estrategias de afrontamiento. Es probable que este último hallazgo se deba a la angustia experimentada (Acquadro Maran y Varetto).
El maltrato infantil -que se da con frecuencia en la Violencia Doméstica- da lugar a traumas emocionales, así como a consecuencias físicas y psicológicas que pueden repercutir negativamente en las oportunidades de aprendizaje. La capacidad del personal escolar para identificar las señales de maltrato y remitir a los profesionales constituye su principal función. Sin embargo, surgió la falta de habilidades y confianza entre los profesores con respecto a esta función, y se necesita una mayor formación para el personal escolar para aumentar el apoyo proporcionado a los niños maltratados (Lloyd).
Por último, la cuarta sección incluye dos artículos (una revisión y un artículo metodológico) que proporcionan información sobre los programas de intervención y prevención y un artículo de investigación que contribuye al desarrollo y la validación de la Escala de Disposición a Intervenir en Casos de Violencia de Pareja Íntima contra la Mujer (WI-IPVAW). Gracia et al. El instrumento demostró -tanto en la forma larga como en la corta- una alta fiabilidad y validez de constructo. El desarrollo de la WI-IPVAW puede contribuir a la evaluación del papel que pueden desempeñar las personas que conocen la violencia y comprenden las actitudes hacia la VPI que pueden influir en el comportamiento del agresor y en la revelación de la víctima. El origen de la violencia en las relaciones íntimas durante la adolescencia exige el desarrollo de programas preventivos capaces de limitar el fenómeno. La mini-revisión realizada por Santoro et al. destacó la necesidad de considerar la estructura relacional en la que están involucradas las mujeres (historia de polivictimización re-victimización), y la dominación sufrida según el modelo de género estructurado por el contexto patriarcal. Además, considerar que la violencia puede ocurrir después de la separación o el divorcio, requiere en los casos de custodia de los hijos la evaluación de la relación parental y coparental. Este proceso puede proporcionar una oportunidad para evaluar y tratar algún tipo de comportamiento violento (Violencia Instigada por el Conflicto, Resistencia Violenta, Violencia Instigada por la Separación). De acuerdo con estas consideraciones, Gennari et al. elaboraron un modelo de intervención clínica (modelo relacional-intergeneracional) útil para abordar estas cuestiones durante la evaluación de la custodia de los hijos. El modelo se compone de tres niveles destinados a comprender el intercambio intergeneracional e identificar los factores que contribuyen a salvaguardar la relación familiar. Este proceso de evaluación permite a los padres reflexionar sobre la información surgida durante el proceso de evaluación y activar recursos útiles para promover un cambio constructivo de las dinámicas de conflicto y los comportamientos violentos.
Contribuciones de los autores
Todos los autores enumerados han realizado una contribución sustancial, directa e intelectual al trabajo, y lo han aprobado para su publicación.
Declaración de conflicto de intereses
Los autores declaran que la investigación se llevó a cabo en ausencia de cualquier relación comercial o financiera que pudiera interpretarse como un potencial conflicto de intereses.
Agradecimientos
Deseamos agradecer a todos los autores y a los revisores que contribuyeron a la presente colección de artículos, por su dedicación a nuestros temas y por su disposición a compartir sus conocimientos, y así aumentar la investigación en este campo; a KathWoodward, editora jefe de la especialidad de Estudios de Género, Sexo y Sexualidad que creyó en nuestro proyecto, y al Dr. Tommaso Trombetta por su colaboración durante el último año.