Extrañas criaturas de las profundidades oceánicas
Naturaleza extraña | 17.01.2018
Las temperaturas gélidas, la presión aplastante y la oscuridad total hacen de las partes más profundas de los océanos del mundo lugares inhóspitos para vivir. Sin embargo, no carecen de vida -a menudo extraña-.
Los océanos albergan la mayor parte de la flora y la fauna del planeta. Incluso a profundidades increíbles de alrededor de 1.000 metros y más, donde el mar está perpetuamente oscuro y la presión del agua helada sería insoportable para los seres humanos, los animales se las arreglan para prosperar.
Las criaturas de las profundidades marinas han evolucionado para hacer frente a las difíciles condiciones – y pueden parecer extrañas e incluso aterradoras para los seres humanos. Global Ideas echa un vistazo a algunos de esos extraños seres submarinos y a sus adaptaciones.
Que se haga la luz
La única luz que existe en las zonas de medianoche del océano (de 1.000 metros a unos 4.000 metros) y de medianoche inferior (de 4.000 metros a por encima del fondo del océano) procede de los organismos bioluminiscentes. Estas criaturas producen su propia luz a través de una reacción química que se produce cuando la molécula luciferina reacciona con el oxígeno.
Los animales crean su propia luz por diversas razones. Por ejemplo, el rape, de aspecto malhumorado, atrae a sus presas con una varilla luminosa que sobresale de su cabeza. La luz también ayuda al rape y a otros animales que brillan a ver mejor su comida. Gran parte de ese alimento -principalmente materia orgánica- llueve desde las zonas llenas de vida de arriba, donde los rayos del sol se filtran a través del agua y se produce la fotosíntesis.
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Los animales marinos de las zonas de medianoche utilizan la bioluminiscencia para atraer a sus parejas o para denotar la diferencia entre machos y hembras. En el caso del rape, sólo las hembras tienen una varilla luminosa. En lugar de tener que buscar constantemente una pareja en las profundidades, el macho, mucho más pequeño, se aferra a una hembra y acaba fusionándose físicamente con ella, perdiendo en el proceso sus ojos y órganos internos, excepto los testículos, escribe National Geographic.
Bajo presión
A una profundidad de unos 2000 pies, la presión es 66 veces mayor que en la superficie del océano. Una persona sería aplastada bajo ese peso. (El récord de la inmersión humana más profunda es de 332,35 metros y eso requirió cuatro años de preparación.)
Pero los animales que viven en las profundidades del mar pueden soportar la presión que rompe los huesos – en algunos casos porque no tienen realmente un esqueleto. Las criaturas de las profundidades marinas, como el desgraciadamente llamado pez globo, tienen músculos débiles y acuosos que no se pueden comprimir. Otras no tienen cavidades de aire. Esto evita «el apretón» que experimentan los buceadores humanos, por ejemplo, en los pulmones y otros espacios llenos de aire del cuerpo.
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Los animales que generalmente viven en la superficie pero se sumergen a grandes profundidades en busca de alimento también han desarrollado características para hacer frente al estrujamiento. Los pulmones de los cachalotes se comprimen para evitar su rotura. El tejido que recubre otras cavidades de aire en sus cuerpos también se expande durante una inmersión para evitar daños.
La Fosa de las Marianas es la parte más profunda de los océanos del mundo. La cima del Monte Everest se encontraría a 1,6 kilómetros bajo la superficie del agua si se dejara caer aquí. Y es aquí donde la presión es mayor: el equivalente al peso de 48 aviones Boeing 747. Aun así, algunos invertebrados, como las estrellas de mar, los pepinos de mar y los gusanos tubulares, pueden vivir felizmente a estas profundidades.
Secretos de las profundidades
Los científicos aún saben muy poco sobre los tipos de animales que viven en el punto más profundo de la Tierra, pero recientemente han descubierto nuevas especies gracias a los avances en los vehículos de inmersión profunda, las cámaras 3D y los equipos de muestreo científico. Este progreso ha permitido vislumbrar una vida marina inimaginable en el hábitat más grande y menos explorado de la Tierra.
En 2014, el Instituto Oceánico Schmidt encontró una variedad desconocida de pez caracol viviendo a 8.143 metros. La criatura blanca y translúcida es el pez vivo más profundo jamás registrado. Desde entonces ha sido capturado nadando aún más abajo.
Esta medusa conocida comúnmente como aguijón malva comienza a iluminarse una vez que se ve perturbada por fuerzas como la turbulencia del agua. Los expertos denominan a esta respuesta bioluminiscencia, es decir, la capacidad de generar luz por sí misma o con la ayuda de bacterias. El fenómeno se observa con mayor frecuencia entre los animales acuáticos.
Los organismos unicelulares, como este dinoflagelado, también son capaces de producir luz. Su luz se desata cuando las fuertes olas o los peces que nadan rápidamente provocan deformaciones en sus membranas celulares. Su luminiscencia ayuda a confundir a posibles depredadores.
Por supuesto, ninguna lista de criaturas brillantes podría estar completa sin la luciérnaga. Sus órganos emisores de luz, conocidos como fotóforos, producen la sustancia luciferina, que luego reacciona con el oxígeno. Esta reacción es la que produce la luz. Y los humanos no son los únicos deslumbrados por la vista: las luciérnagas macho y hembra se comunican mediante las señales luminosas que emiten.
Muchos peces de las profundidades poseen los órganos fotóforos, y este pez hacha marino es uno de ellos. Algunos residentes de las profundidades acuáticas generan luz para orientarse mejor en la oscuridad que reina en las profundidades. Otros, sin embargo, utilizan su brillo para atraer a sus presas. Un vistazo a la cabeza del pez hacha marino deja pocas dudas de que se encuentra entre ellos.
Las fotostomias, un miembro de la familia de los peces de aguas profundas conocido como dragones barbosos, también pueden iluminarse. Esta criatura que vive en las profundidades del océano tiene órganos luminosos situados detrás de sus ojos que transmiten un brillo rojo, un color inusual entre los organismos acuáticos. Muchos compañeros de los océanos ni siquiera pueden percibir las señales luminosas que emiten las fotostomías.
Sin ser naturalmente verdes
Cierto que los ratones normalmente no se iluminan. Pero eso puede cambiar una vez que están en un laboratorio. Los investigadores pueden hacer que los animales produzcan una proteína verde fluorescente en sus células. Este tipo de proteína aparece normalmente en ciertos tipos de medusas. Cuando se les coloca bajo luz azul, todo el ratón se vuelve verde, a excepción de su pelaje.
En teoría, cualquier animal podría ser inducido a iluminarse manipulando sus genes. Un instituto de investigación de Uruguay, por ejemplo, está detrás de estos corderos: irradian amarillo al ser expuestos a los rayos ultravioleta. Y es posible una gran variedad de colores: verde, amarillo, azul, cian y rojo.