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En primer lugar, las palabras serpiente y sabroso no van juntas. La carne de serpiente en la naturaleza puede compararse a comer un tubo interior de bicicleta asado, a diferencia de la tierna carne de serpiente en un buen restaurante de Texas que se ha marinado en salsa de vino durante la noche. Además, la gran cantidad de huesos que hay que buscar en una serpiente hace que la comida sea muy larga.

Intentar matar una serpiente es un esfuerzo de supervivencia de última hora que no recomiendo a menos que la situación lo requiera debido al riesgo de mordedura de serpiente. La comida no es una prioridad de supervivencia a corto plazo y muchos han pasado 30-40 días sin comida en la naturaleza.

Para responder a la primera pregunta: Lo ideal es que sean las serpientes no venenosas las que un superviviente quiera procurarse. Esto se hace mejor con lo que yo llamo el Método Grady Gaston. Grady era miembro de un bombardero B-24 en la Segunda Guerra Mundial que se estrelló en Australia tras regresar de un bombardeo contra los japoneses en Nueva Guinea. Sobrevivió más de 130 días, la mayor parte de ellos en solitario, mientras vivía a base de carne de serpiente que obtenía lanzando grandes rocas sobre las criaturas. Por cierto, no tenía medios para hacer fuego, ¡así que las consumía crudas! Al final, fue su pura fuerza de voluntad, su sentido del optimismo y su dieta a base de serpientes lo que le permitió soportar una de las historias de supervivencia más épicas de los últimos tiempos.

Cuidado con las serpientes de cascabel, ya que pueden seguir mordiéndote después de muertas debido a un acto reflejo del sistema nervioso. Cortar la cabeza, enterrarla y luego desollar y limpiar la serpiente son los métodos recomendados por los militares y utilizados por los supervivientes. Una vez desollada y limpiada, la carne puede hervirse en un guiso con cualquier otro trozo sabroso o plantas comestibles o colocarse en palos y cocinarse al estilo shish-kebab sobre las brasas.