Las películas de ciencia ficción con un presupuesto millonario ya no son patrimonio exclusivo de Hollywood. China se ha catapultado también a este lucrativo mercado. El lanzamiento de La Tierra Errante, una ambiciosa película china de más de dos horas de duración, visible en Netflix, data de principios de 2019.
La historia retoma un poco la de la mítica serie Space: 1999, en la que la Luna abandonaba la órbita de la Tierra tras una catastrófica explosión nuclear, encontrándose errante en el espacio profundo, acabando de alguna manera en la ruta de hipotéticos planetas extrasolares habitados por improbables civilizaciones alienígenas.
En el caso de la película china, no es la Luna la que abandona la órbita de la Tierra, sino la propia Tierra la que abandona su órbita alrededor del Sol. En la ficción cinematográfica, el Sol comienza a expandirse peligrosamente y, para escapar de sus garras mortales, los científicos proponen enviar nuestro planeta al sistema Alfa Centauri, a más de cuatro años luz de distancia. Para ello, todos los gobiernos de la Tierra, tocados por una repentina sabiduría, ceden el poder a un organismo supranacional. Este organismo decide la construcción de una serie de gigantescos motores situados a lo largo del ecuador, cuyo cometido será dar al planeta el empuje necesario para desprenderse de la gravedad solar, para iniciar un viaje de siglos hacia Alfa Centauri.
Omitimos las complicaciones posteriores de la trama, que ven cómo la Tierra corre el riesgo de ser destruida por la gravedad joviana, y nos preguntamos si el supuesto básico de la película -desplazar la Tierra de su órbita alrededor del Sol- es de algún modo factible. Matteo Ceriotti, ingeniero aeroespacial italiano e investigador de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Glasgow, en Escocia, se hizo la misma pregunta. Veamos las respuestas que encontró Ceriotti, basadas en los no muchos métodos teóricamente útiles para tener éxito en tal empresa.