¿Es hora de dejar de descremar los lácteos enteros?

Oct 10, 2021
admin

Los estadounidenses consumen alrededor de 150 libras de leche y comen casi 40 libras de queso y 20 libras de helado por persona al año, según datos del Departamento de Agricultura. El consumo de yogur y mantequilla es menor, pero está creciendo. Pero, ¿los lácteos que consumimos deben ser bajos en grasa o enteros? Este debate es cada vez más controvertido, y con razón: no todos los productos lácteos son iguales.

La grasa de los lácteos y las enfermedades cardiovasculares

Algunas de las investigaciones más importantes sobre los lácteos se han realizado en el contexto de la dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension), que ha demostrado, entre otros beneficios, que reduce la presión arterial y el colesterol, ambos factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares (ECV). Además de promover las grasas saludables para el corazón y los alimentos ricos en fibra, el plan dietético DASH recomienda consumir de dos a tres raciones al día de productos lácteos bajos en grasa o sin ella, principalmente leche, yogur y queso. Se cree que el contenido en vitaminas y minerales de estos productos, además de los compuestos proteínicos llamados péptidos, contribuyen a proteger el corazón. También se ha demostrado que los probióticos de los productos lácteos fermentados, como el yogur, mejoran la presión arterial y se han asociado a la disminución del riesgo de ECV.

Sin embargo, recientemente las investigaciones han sugerido que no es necesario despojar a los lácteos de su grasa. Algunos estudios han indicado que las fuentes de grasa completa pueden no desempeñar un papel en las muertes relacionadas con la ECV, e incluso podrían ser protectoras en algunos casos.

Esto no es una llamada a las armas para la mantequilla. Aunque los datos recientes no mostraron una asociación entre las grasas lácteas y las ECV, ciertos tipos de grasa láctea seguían estando correlacionados con un mayor riesgo general de muerte. El consumo de productos lácteos ricos en grasa, como la mantequilla, también se ha asociado a un mayor riesgo de demencia. Un poco de mantequilla en las tostadas está bien, pero más de una cucharada al día puede ser un riesgo. Utilizar la mantequilla como grasa principal para cocinar sigue sin ser aconsejable.

La grasa de los lácteos y el cáncer

Esta cuestión se vuelve un poco más compleja cuando se analizan los lácteos y el riesgo de cáncer. Algunas investigaciones han asociado las fuentes de lácteos más grasos con peores tasas de supervivencia al cáncer de mama, por ejemplo.

El problema de estos estudios es que a menudo se agrupan los diferentes tipos de productos lácteos, lo que significa que el yogur, el queso, la nata y el helado enteros se tratan como iguales.

Nadie afirmaría que el yogur de leche entera y el helado de galleta son equivalentes, y deberíamos tener cuidado de no verlos como tales. De hecho, algunos estudios sugieren que los alimentos lácteos fermentados como el yogur pueden reducir el riesgo de cáncer, pero se necesita más información para saber si el tipo que se elige es importante.

La grasa de los lácteos y el peso corporal

Cuando se trata del peso, los lácteos enteros se han correlacionado con un menor riesgo de obesidad. Una posible razón es que la grasa que se encuentra en la leche entera o en una cuña de Brie ayuda a la saciedad. Intuitivamente, esto también tiene sentido. Si algo tiene un sabor más rico, es posible que se necesite menos para sentirse satisfecho.

Ahora sabemos que ser demasiado restrictivo con la grasa de la dieta puede no ser una estrategia útil para mantener un peso saludable, sobre todo si no se siente sostenible. También es posible que las personas que evitan los alimentos ricos en grasa sean más propensas a sufrir una mentalidad de dieta restrictiva, lo que posiblemente contribuya a las luchas relacionadas con el peso más adelante en la vida.

Elija sabiamente si opta por los lácteos enteros

Al final, podemos confiar en un poco de sentido común: el tipo de lácteos enteros que elija probablemente importa. Dar prioridad a las fuentes fermentadas de lácteos enteros puede ser el camino a seguir. Tomar un poco de queso -o mejor aún, un poco de yogur de leche entera- podría incluso ofrecer beneficios en ciertos casos. Tomarlos junto a la fruta o los frutos secos (en lugar de en una porción de pizza o endulzados con azúcar) sería aún más inteligente.

¿En cuanto a los helados y la mantequilla? También tienen ventajas, concretamente el placer que produce comerlos.

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