El paralítico de Betesda

Dic 7, 2021
admin

Al poco rato, Jesús lo encuentra en el templo. Seguramente había ido a dar gracias a Dios. El Señor ahora le dice: «Mira, has sido sanado, no peques más, para que no te venga alguna cosa peor». No sabemos cuál haya sido el pecado de este hombre, pero podemos pensar lo que dice Hebreos 12:15: Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios, que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.

La raíz de amargura alude a un abandono deliberado de Dios con sus necesarias consecuencias, entre ellas la contaminación y subsecuente pérdida de relaciones con la comunidad más inmediata nuestra. Es posible que luego del templo y la advertencia de Jesús, se haya abierto el espacio para la reconciliación familiar.

¡Cuan necesaria es una pastoral integral, interesada en el hombre total! Que no sea sólo de púlpito, sino también de encuentro personal. Esto requiere tiempo de conocer y observar las personas que Dios ha puesto a nuestro cargo. A veces no será una sanidad espectacular sino más bien anónima, pero a los ojos del Señor será extraordinaria.

Pienso hoy en día en aquellas mega iglesias, donde se reúnen miles de personas anónimas que muchas veces no se conocen entre si, y jamás alcanzan una cita con el Pastor principal o sus ayudantes. ¿Cuántas personas no han llegado a mi oficina con algún problema, reconociendo que asisten a una Iglesia, pero no hay tiempo para escucharles? Nuestra Iglesia no sólo tiene que ser sana, sino también sanadora.

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