EFECTO DEL ENTRENAMIENTO FÍSICO SOBRE EL BRONCOSPASMO INDUCIDO POR EL EJERCICIO EN LOS ASMÁTICOS JÓVENES
DISCUSIÓN
El objetivo de esta revisión sistemática fue investigar el efecto del entrenamiento físico sobre el BIE de los niños y adolescentes asmáticos. Aunque otras revisiones sistemáticas y metanálisis han verificado los efectos del entrenamiento físico en jóvenes asmáticos,13-17 la mayoría de ellos hicieron hincapié en las variables pulmonares durante el reposo y en otros factores, como la aptitud física y la calidad de vida. De los ocho estudios analizados en esta revisión, sólo tres mostraron una mejora significativa de las variables pulmonares asociadas al BIE tras el entrenamiento físico.
El asma es una enfermedad con alta prevalencia en la infancia y la adolescencia, y se ha recomendado la actividad física regular como parte integral de un estilo de vida saludable.1,4 La actividad física regular reduce la frecuencia de la crisis de asma,5 además de aportar numerosos beneficios para la salud y la calidad de vida.16 Además, la AF tiene el papel de mejorar la aptitud física en la infancia, lo que es esencial para el mantenimiento de la aptitud física en la edad adulta, así como mejorar los aspectos psicológicos, sociales y terapéuticos, y reducir las sibilancias, la hospitalización e incluso el uso de medicamentos para el asma.12
A pesar de los beneficios del entrenamiento físico para los asmáticos,13-14 el ejercicio físico tiene el potencial de inducir broncoespasmos.18-19 Los estudios realizados en diferentes poblaciones, con niños, adolescentes y adultos, han demostrado que se pueden comprobar algunos efectos del entrenamiento físico en los asmáticos, como la mejora de la aptitud cardiorrespiratoria y la tolerancia al esfuerzo, así como la reducción de la disnea del ejercicio, la aptitud aeróbica y la calidad de vida.13-17 Sin embargo, los efectos del entrenamiento físico sobre el BIE siguen siendo inconsistentes.16,17
En una revisión sistemática y metaanálisis de Eichenberger et al.,16 sobre el efecto del entrenamiento físico en la hiperreactividad de las vías respiratorias en individuos con asma, se encontró que tras el entrenamiento físico se producían cambios significativos en la calidad de vida (17% de los artículos) y en la hiperreactividad bronquial (53% de los artículos). Sin embargo, fueron pocos los artículos (9%) que presentaron resultados significativos de cambios tras el entrenamiento físico en las variables del BIE. En la presente revisión, sólo tres estudios encontraron una reducción de los valores del VEF128,26 y del flujo espiratorio máximo (FEP)24 tras la intervención de entrenamiento físico en niños y adolescentes asmáticos.
Lo que se ha especulado es que la mejora de la aptitud aeróbica permite a los individuos asmáticos tolerar mejor las crisis de asma, así como el ejercicio submáximo, lo que disminuye las posibilidades de que se desencadene el BIE.5 Sin embargo, esto ocurre sin que se produzcan cambios en las variables pulmonares que caracterizan la presencia del BIE, como la reducción del VEF1 o del FEM.19 Otro posible efecto podría ser el papel antiinflamatorio del ejercicio en la reducción de la inflamación pulmonar presente en los individuos asmáticos.29 De hecho, estudios recientes han demostrado una mejora significativa de la inflamación crónica sistémica30 y de la inflamación de las vías respiratorias31,32 en adultos con asma moderada a grave. No obstante, la relación entre la inflamación crónica y la hiperreactividad de las vías respiratorias aún no ha sido bien establecida.30 Además, ninguno de los estudios incluidos en esta revisión evaluó el estado inflamatorio sistémico o pulmonar de los niños y adolescentes sometidos a un programa de entrenamiento físico.
Aunque la natación es una de las modalidades de ejercicio más recomendadas para los individuos asmáticos, los beneficios de la natación para esta población parecen estar más asociados al entorno en el que se realiza esta modalidad que a la modalidad en sí.5-6 En la presente revisión, dos estudios utilizaron la natación como modalidad para niños y adolescentes asmáticos, y los resultados fueron contradictorios. Matsumoto et al.21 encontraron una pequeña reducción del VEF1 tras el ejercicio, aunque sin diferencias estadísticas significativas en comparación con el grupo de control. Por otro lado, Natali et al.24 encontraron un aumento del FEM después del ejercicio. Las diferencias en la población estudiada (niños frente a adolescentes), así como las diferencias en la frecuencia semanal y la duración de las intervenciones, dificultan la comparación de estos estudios. Estos resultados corroboran un meta-análisis de Beggs et al.33 sobre los efectos del entrenamiento de natación en niños y adolescentes asmáticos, que no demuestra la superioridad de la natación sobre otras modalidades de ejercicio en asmáticos jóvenes, y también sugiere que la natación fue capaz de mejorar la aptitud física y la función pulmonar durante el descanso, pero con poco efecto sobre los síntomas y las crisis de asma.
Caminar y correr son dos tipos de ejercicio físico considerados más asmógenos que otros, como la natación y el ciclismo.5 Aunque los mecanismos para ello no están claros, se cree que la intensidad alcanzada mediante estas modalidades, especialmente por el hecho de cargar con el peso del cuerpo, induce una mayor ventilación y, en consecuencia, una mayor susceptibilidad al desencadenamiento del broncoespasmo.7 Además, los entornos en los que normalmente se realizan estas actividades tienen una serie de alérgenos potenciales que podrían inducir una crisis de asma durante o poco después del ejercicio.19 La mayoría de los estudios revisados utilizaron la caminata y/o la carrera solas, o asociadas a otras actividades, como la natación, o el ejercicio de resistencia. Sin embargo, ninguno de estos estudios encontró cambios significativos en las variables asociadas con el BIE en asmáticos jóvenes.
La combinación de entrenamiento aeróbico y ejercicios de resistencia ha sido defendida en el American College of Sports Medicine Position Stand,34 como una estrategia importante para mantener y/o mejorar los parámetros de salud. El entrenamiento combinado puede contribuir tanto a la mejora de la aptitud cardiorrespiratoria como a la fuerza/resistencia muscular de forma similar a las formas de entrenamiento aisladas. Además, el entrenamiento combinado ha sido eficaz en la inflamación crónica asociada a la obesidad35 y al envejecimiento.36 En la presente revisión, de los tres estudios que combinaron ejercicios aeróbicos y de resistencia, sólo uno de ellos encontró una mejora significativa de la función pulmonar tras el entrenamiento físico.
Sólo un estudio investigó los efectos del yoga sobre el BIE en niños y adolescentes asmáticos. Aunque esta modalidad se utiliza a menudo en pacientes asmáticos, la eficacia de esta práctica en su salud es incierta. Cramer et al.37 realizaron un metaanálisis y descubrieron que la práctica del yoga contribuía a mejorar los síntomas del asma, la función pulmonar durante el reposo y la calidad de vida de los pacientes asmáticos. Sin embargo, no hubo diferencias entre el yoga y otras técnicas utilizadas en el entrenamiento respiratorio. Según la presente revisión, la práctica del yoga parece ser una alternativa efectiva sobre las variables del BIE. Sin embargo, se necesitan más estudios para probar esta modalidad por sí sola, o para compararla con otras modalidades de entrenamiento físico utilizadas en niños y adolescentes asmáticos.
En cuanto a la intensidad, la duración y la frecuencia semanal del entrenamiento físico, hubo heterogeneidad en estos componentes en los estudios revisados, lo que dificulta su comparación. Sin embargo, se encontraron resultados positivos del entrenamiento en los estudios que utilizaron una intensidad de moderada a alta, con una duración de 45 minutos por sesión, realizada tres veces por semana durante al menos ocho semanas. Estos parámetros se ajustan a las directrices de la ACMS para la población general,34 que recomienda 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada o 75 minutos de ejercicio de intensidad vigorosa, o la combinación de ambos por semana. Sin embargo, no fue posible establecer una respuesta a la dosis de ejercicio sobre las respuestas relacionadas con el BIE en asmáticos jóvenes.
La prescripción de ejercicio físico para los asmáticos depende del control del asma y del diagnóstico positivo o negativo de BIE.5 Los individuos con asma controlada y sin antecedentes de BIE pueden realizar actividad física sin restricciones.12 Sin embargo, los asmáticos con BIE deben priorizar el ejercicio de intensidad moderada, entre el 40 y el 59% del VO2máx o entre el 55 y el 69% de la FCmáx, para evitar el desencadenamiento del BIE.18 Además, se recomienda el uso de broncodilatadores para los individuos asmáticos con antecedentes de BIE que pretendan realizar ejercicios de mayor intensidad.5 Por lo tanto, la información sobre el tipo de ejercicio utilizado durante el entrenamiento físico y la intensidad de las sesiones son factores importantes que deben ser informados y controlados durante la intervención. Se necesitan futuros estudios que investiguen los efectos de diferentes tipos de ejercicios, intensidades, duración y frecuencia semanal sobre las variables del BIE.
La importancia de la actividad física para los asmáticos es innegable. La prescripción de actividad física para esta población debe tener en cuenta la presencia de asma y BIE. Aunque el ejercicio no mejora la función pulmonar en reposo, algunos de sus beneficios justifican su recomendación, como el aumento de los niveles de actividad física, la reducción del sedentarismo, la mejora de la condición física y la calidad de vida. Sin embargo, todavía existen varias lagunas en aspectos relacionados con el BIE, así como en los efectos del entrenamiento físico sobre las variables funcionales, inmunológicas e inflamatorias asociadas a esta condición38 , ya que la prevalencia del BIE es elevada en los asmáticos, pero también afecta a los deportistas y a la población general8.