Dolor crónico después de la cirugía de cáncer de mama
10 de noviembre de 2009–Barbara Schneider se sometió a una cirugía de cáncer de mama hace siete años, pero sigue teniendo frecuentes dolores nerviosos en la zona bajo el brazo donde se extirparon los ganglios linfáticos.
Ahora, a sus 57 años, Schneider dice que ha probado medicación para el dolor, ejercicio y otros tratamientos no farmacológicos para obtener alivio, pero nada ha sido completamente efectivo.
«Algunos días no es tan malo, pero otros días es realmente terrible», dice a WebMD. «Es una sensación constante de ardor o de tirón. A veces ni siquiera quiero ponerme el sujetador porque el dolor es muy intenso».
La experiencia de Schneider no es única. Una nueva investigación confirma que el dolor crónico que se prolonga durante años después de la cirugía es un problema común entre las supervivientes del cáncer de mama.
Casi la mitad de las supervivientes encuestadas declararon experimentar dolor relacionado con su cirugía entre dos y tres años después del tratamiento en un estudio publicado esta semana en el Journal of the American Medical Association.
Los pacientes más jóvenes eran más propensos que los mayores a tener dolor crónico. Y las pacientes que, como Schneider, se sometieron a la extirpación de múltiples ganglios linfáticos en un procedimiento conocido como disección de los ganglios axilares eran las que corrían más riesgo.
Investigadores de la Universidad de Copenhague reclutaron para el estudio a 3.253 mujeres operadas de cáncer de mama.
Aproximadamente dos años después del tratamiento, las mujeres respondieron a cuestionarios diseñados para explorar la prevalencia y la gravedad del dolor.
La encuesta reveló que:
- El 47% de las antiguas pacientes informaron de dolor en una o más zonas.
- El 52% de los que informaron del dolor lo caracterizaron como grave o moderado, y el 48% informó de un dolor leve.
- Entre las mujeres que informaron de dolor intenso, el 77% tenía dolor todos los días.
- El 58% de las mujeres informaron de alteraciones sensoriales como entumecimiento, hormigueo o sensación de «alfileres y agujas».
La radiación, pero no la quimioterapia, se asoció con un mayor riesgo de dolor persistente.