Cinco filósofos de la Ilustración
Introducción
La Ilustración se refiere a un período de nuevo pensamiento entre muchos europeos educados que comenzó durante finales de 1600. Esta nueva perspectiva puso gran énfasis en la razón como la clave del progreso humano. En la década de 1700, esta forma de pensar se generalizó en Europa.
Los pensadores de la Ilustración se inspiraron en el ejemplo de científicos como Galileo, Bacon y Newton. Los científicos utilizaban la observación y la lógica para comprender el mundo físico. Sus métodos estaban derribando rápidamente las antiguas creencias. Ahora, los pensadores querían adoptar un enfoque similar para los problemas de la vida humana. Estos pensadores querían olvidar las enseñanzas del pasado porque sentían que estaba amaneciendo una nueva era de la razón. En esta nueva era, los gobiernos y las instituciones sociales se basarían en el entendimiento racional, no en los errores y supersticiones de épocas anteriores.
Un francés, Bernard de Fontenelle, expresó esta fe optimista en la razón y el progreso. En 1702, escribió que el nuevo siglo «se iluminará día a día, de modo que todos los siglos anteriores se perderán en la oscuridad por comparación».
En Francia, los philosophes (filósofos) defendieron estas nuevas ideas. Estos pensadores se reunían a menudo en reuniones informales, llamadas salones, en casas particulares. Allí intercambiaban y debatían ideas. Muchos salones eran organizados por mujeres. Reuniones como éstas ayudaron a dar forma y a difundir las ideas de la Ilustración.
Las raíces de la Ilustración
Resumen
Los pensadores de la Ilustración querían examinar la vida humana a la luz de la razón. La comprensión racional, pensaban, conduciría a un gran progreso en el gobierno y la sociedad.
Estos pensadores creían que estaban haciendo una gran ruptura con el pasado. Sin embargo, como todo el mundo, estaban influenciados por lo que les había precedido. En esta sección, examinaremos primero las raíces de la Ilustración. Luego consideraremos las formas en que las nuevas ideas de la Ilustración chocaron con las antiguas creencias.
La Revolución Científica
El pensamiento ilustrado surgió de la Revolución Científica. En la ciencia, la observación y la razón revelaban leyes naturales que se aplicaban en todo el mundo físico. Los pensadores de la Ilustración querían aplicar este enfoque a la vida y la experiencia humanas. Se plantearon preguntas como: ¿Existen leyes naturales que nos indiquen cómo vivir? ¿En qué medida nuestras instituciones actuales siguen las leyes naturales? ¿Las leyes naturales otorgan a todas las personas ciertos derechos? Cuál es la mejor forma de gobierno
Los filósofos no siempre estaban de acuerdo en las respuestas a estas preguntas. Lo que todos compartían era una forma de pensar en ellas. Al igual que los científicos, confiaban en la razón y la observación como las mejores fuentes de comprensión y progreso.
El Renacimiento y la Reforma
La Ilustración también tuvo sus raíces en el Renacimiento y la Reforma. Los humanistas del Renacimiento cuestionaron las creencias aceptadas. Celebraron la dignidad y el valor del individuo. Durante la Reforma, los protestantes se rebelaron contra la Iglesia Católica. Anteponían la conciencia individual a la tradición y la autoridad religiosas. Los pensadores de la Ilustración fueron aún más lejos al rechazar la autoridad y defender la libertad de los individuos para pensar por sí mismos.
Influencias clásicas y cristianas
Al igual que los humanistas del Renacimiento, muchos pensadores de la Ilustración se inspiraron en la cultura clásica. La confianza en la razón, por ejemplo, se remonta a los antiguos griegos. También la idea de que el pueblo debe tener voz en su gobierno. Los filósofos que defendían esta idea podían señalar la democracia de la antigua Atenas o la república de la antigua Roma.
Las ideas cristianas también influyeron en el pensamiento de la Ilustración. Los filósofos de la Ilustración preferían el pensamiento racional a la fe basada en la Biblia. Sin embargo, la mayoría de ellos siguió creyendo en Dios. Veían las leyes de la naturaleza como la obra de un Creador inteligente. Veían el progreso humano como un signo de la bondad de Dios. A menudo, su enfoque de los problemas morales reflejaba los valores cristianos, como el respeto a los demás y a la ley moral.
Las nuevas ideas frente a las viejas creencias
Los pensadores de la Ilustración valoraban más la razón que la autoridad. Cuestionaron los fundamentos de la religión, la moral y el gobierno. Todo, decían, debía ser reexaminado a la luz de la razón. Este punto de vista llevó a muchos choques con las creencias aceptadas y los poderes gobernantes que las mantenían.
La fe cristiana, por ejemplo, se basaba en gran medida en la confianza en la Biblia como palabra de Dios. Los pensadores de la Ilustración creían que los humanos eran perfectamente capaces de descubrir la verdad por sí mismos. Algunos de ellos llegaron a cuestionar la existencia de Dios. Otros buscaban una «religión natural» basada en la razón. Para estos pensadores, el orden en el universo era prueba suficiente de un Creador inteligente. Creían que no era necesario basar la creencia en Dios en las revelaciones de los libros sagrados. Del mismo modo, sostenían que las ideas sobre el bien y el mal debían basarse en una visión racional, no en las enseñanzas de las autoridades religiosas.
Los pensadores de la Ilustración también criticaron las ideas aceptadas sobre el gobierno. Algunos cuestionaron la antigua creencia de que Dios otorgaba a los monarcas el derecho a gobernar. Muchos insistieron en que los gobiernos debían respetar los derechos individuales. Hacia finales del siglo XVIII, estas ideas desempeñaron un papel importante en las revoluciones de América y Francia.
Cesare Beccaria: Los derechos del acusado
Cesare Beccaria (beck-kah-REE-ah) nació en Milán, Italia, en 1738. Fue un pionero en el campo de la criminología. Su obra hizo hincapié en el derecho de los acusados a un trato justo.
Hijo de un aristócrata, Beccaria asistió de niño a una escuela católica. En 1758 se licenció en Derecho en la Universidad de Pavía. Al terminar sus estudios, regresó a Milán. Allí pronto se vio envuelto en la efervescencia intelectual de la Ilustración.
En 1763, Beccaria comenzó un estudio sobre el sistema de justicia. Le molestaban las duras prácticas que eran habituales en su época. La tortura se utilizaba a menudo para forzar las confesiones de los acusados o las declaraciones de los testigos de un crimen. A las personas se les aplastaban los pulgares con un dispositivo llamado «tornillo de los pulgares». O se les estiraba el cuerpo en un dispositivo llamado potro de tortura hasta que se les separaban las articulaciones.
Beccaria también se opuso a otras prácticas. No era raro que los juicios se celebraran en secreto. Los jueces eran a menudo corruptos. Las personas declaradas culpables de delitos eran a menudo condenadas a muerte.
Beccaria atacó estas prácticas en un famoso libro titulado Sobre los delitos y las penas. Sostuvo que las leyes existen para preservar la seguridad y el orden. Los castigos, decía, deberían estar diseñados para servir a este propósito. Al igual que otras personas, los delincuentes toman decisiones racionales. Para evitar que la gente cometa delitos, el castigo no tiene que ser brutal. Sólo tenía que ser lo suficientemente seguro y severo como para compensar los posibles beneficios del delito.
Beccaria también defendía otros derechos específicos. Una persona acusada de un delito, dijo, debe recibir un juicio justo y rápido. Nunca debe utilizarse la tortura. Además, es un error castigar a algunas personas con más dureza que a otras por el mismo delito. El castigo, dijo, debe ajustarse a la gravedad del delito. También creía que la pena capital -la condena a muerte- debía desaparecer por completo.
El libro de Beccaria fomentó el estudio científico del crimen. Sus ideas sobre los derechos y el castigo influyeron en los movimientos de reforma de toda Europa. En Estados Unidos, muchas leyes relativas al crimen y al castigo reflejan sus ideas.
John Locke: Derechos naturales
John Locke nació en Inglaterra en 1632. Su pensamiento sobre el gobierno y los derechos de las personas tuvo un gran impacto en la Ilustración.
Thomas Hobbes había defendido que los reyes debían tener un poder absoluto. En cambio, Locke estaba a favor de la monarquía constitucional. En este tipo de gobierno, un conjunto básico de leyes limita el poder del gobernante.
Las ideas de Locke reflejaban una larga tradición de limitaciones a la monarquía inglesa. Esta tradición se remonta a 1215, cuando los nobles ingleses obligaron al rey Juan a firmar la Carta Magna, o la «Gran Carta». La Carta Magna estableció la idea de que incluso los monarcas debían obedecer las leyes inglesas y respetar ciertos derechos individuales.
Con el tiempo, el Parlamento se convirtió en el principal control del poder del monarca. Durante la guerra civil de la década de 1640, el padre de Locke luchó del lado del Parlamento. El joven Locke estuvo muy influenciado por las creencias de su padre.
En la década de 1680, se produjo otra crisis. El nuevo rey, Jacobo II, era católico. Sus enemigos en la Inglaterra protestante temían que quisiera poner a los católicos en el poder. En 1688, obligaron a Jacobo a huir del país.
En 1698, el Parlamento concedió la corona a la hija protestante de Jacobo, María, y a su marido, Guillermo. El Parlamento también aprobó una declaración de derechos. La Carta de Derechos inglesa reforzaba el poder del Parlamento como representante del pueblo. Por ejemplo, prohibía al monarca mantener un ejército permanente en tiempos de paz o recaudar impuestos sin el consentimiento del Parlamento. También enumera los derechos individuales. Entre ellos, la protección en los juicios contra las multas excesivas y los «castigos crueles e inusuales».
Locke aprobó estos cambios en Inglaterra. En 1690, publicó Two Treatises of Government. En este libro, ofrecía una teoría de gobierno que justificaba las acciones del Parlamento.
Locke negaba el derecho divino de los monarcas a gobernar. La verdadera base del gobierno, escribió, era un contrato social, o acuerdo, entre personas libres. Según este acuerdo, el propósito del gobierno era proteger los derechos naturales de las personas. Estos incluyen el derecho a la vida, la libertad y la propiedad. El pueblo es la única fuente de poder. Acuerdan dar poder al gobierno para que gobierne en su nombre. Por lo tanto, según el contrato social de Locke, la autoridad de un gobierno se basa en el consentimiento de los gobernados. Si el gobierno no respetaba los derechos del pueblo, rompía el contrato y podía ser derrocado.
La visión de Locke sobre el gobierno tuvo una amplia influencia. En 1776, sus ideas tendrían eco en la Declaración de Independencia estadounidense.
Montesquieu: Separación de poderes
Charles-Louis de Secondat nació en Francia en 1689. Es más conocido por su título, el Barón de Montesquieu (MON-tuh-skyoo).
En su juventud, Montesquieu asistió a una escuela católica. Más tarde se convirtió en abogado. Cuando su tío murió en 1716, Montesquieu heredó el título de barón junto con la fortuna de su tío. También se convirtió en presidente del parlamento local.
En 1721, Montesquieu alcanzó la fama como escritor con un libro titulado Cartas persas. El libro describía la sociedad francesa vista por viajeros ficticios de Persia. Utilizaba el humor para criticar las instituciones francesas, incluyendo la corte del rey y la Iglesia Católica. Rápidamente se hizo muy popular, y Montesquieu se convirtió en un invitado admirado en los salones de París.
El libro más famoso de Montesquieu fue El espíritu de las leyes, publicado en 1748. En este libro, describió su teoría sobre cómo deberían organizarse los gobiernos.
Al igual que John Locke, Montesquieu se preocupaba por cómo proteger la libertad política. La mejor manera de hacerlo, argumentaba, era dividir el poder entre tres ramas del gobierno. En un sistema de este tipo, el poder legislativo elaboraba las leyes. El poder ejecutivo hace cumplir las leyes. El poder judicial interpreta las leyes. De este modo, ninguna rama sería demasiado poderosa. Montesquieu llamó a este concepto la separación de poderes.
La teoría de Montesquieu reflejaba su admiración por el gobierno inglés. En Inglaterra, el Parlamento hacía las leyes. El monarca hacía cumplir las leyes y los tribunales las interpretaban. Cada rama del gobierno controlaba, o limitaba, el poder de las otras. Cuando los poderes no se separan de este modo, advierte Montesquieu, la libertad se pierde pronto. Demasiado poder en manos de una sola persona se llama despotismo.
Las ideas de Montesquieu tuvieron un poderoso impacto en pensadores posteriores. Entre ellos, los hombres que redactaron la Constitución de los Estados Unidos. Hicieron de la separación de poderes una parte clave del sistema de gobierno estadounidense.
Thomas Hobbes: El gobierno absoluto de los reyes
Thomas Hobbes nació en Inglaterra en 1588. Escribió sobre muchos temas, entre ellos la política y el gobierno. Intentó dar una base racional al gobierno absoluto, o ilimitado, de los reyes.
Hijo de un clérigo, Hobbes estudió en la Universidad de Oxford. De adulto, viajó a otros países europeos, donde conoció a muchos escritores, científicos y filósofos. Estudió matemáticas y ciencias, así como historia y gobierno. Sus estudios le inspiraron a adoptar un enfoque científico de los problemas de la sociedad humana.
La forma de pensar de Hobbes sobre la sociedad estuvo muy influenciada por los acontecimientos ocurridos en Inglaterra a mediados del siglo XVI. El rey Carlos I luchaba por el poder con el Parlamento, el órgano legislativo de Inglaterra. En 1642, estalló una guerra civil entre los partidarios del monarca y del Parlamento. Hobbes se puso del lado del rey.
En 1649, el rey fue decapitado. Durante los años siguientes, Inglaterra fue gobernada por la Cámara de los Comunes del Parlamento. Pero el desorden y el descontento continuaron. Finalmente, en 1660, la monarquía fue restaurada.
El caos de estos años tuvo un fuerte impacto en Hobbes. ¿Cuál es la base del orden social? Para responder a esta pregunta, intentó razonar a partir de sus observaciones sobre la naturaleza humana.
En opinión de Hobbes, los seres humanos eran naturalmente crueles, egoístas y codiciosos. En 1651, publicó un libro llamado Leviatán. En este libro, escribió que las personas son impulsadas por un inquieto deseo de poder. Sin leyes u otros controles sociales, la gente siempre estaría en conflicto. En tal «estado de naturaleza», la vida sería «desagradable, brutal y corta»
Los gobiernos, decía Hobbes, fueron creados para proteger a las personas de su propio egoísmo. Como las personas eran egoístas por naturaleza, no se podía confiar en que tomaran decisiones que fueran buenas para la sociedad en su conjunto. Sólo un gobierno con un gobernante con autoridad absoluta podría mantener una sociedad ordenada.
Los pensadores posteriores de la Ilustración llegaron a conclusiones muy diferentes sobre la naturaleza humana y la mejor forma de gobierno. Sin embargo, Hobbes fue importante porque fue uno de los primeros pensadores en aplicar las herramientas de la Revolución Científica a los problemas de la política. Durante la Ilustración y los años siguientes, muchos países europeos se alejaron de la monarquía absoluta.
Voltaire: Tolerancia religiosa y libertad de expresión
Francois-Marie Arouet nació en Francia en 1694. Bajo el seudónimo de Voltaire, se convirtió en uno de los escritores más célebres de la Ilustración.
De joven, Voltaire asistió a un colegio católico de París. Después de la universidad, se decantó por la carrera de literatura. Pronto ganó fama como escritor y como participante ingenioso en los salones de París.
Voltaire creía apasionadamente en la reforma de la sociedad en nombre de la justicia y la felicidad humana. Advirtió contra lo que consideraba superstición, error y opresión. Con un humor mordaz, atacó a la corte francesa y al poder del clero católico.
Al igual que Montesquieu, Voltaire admiraba la monarquía constitucional inglesa y la separación de poderes. En su opinión, los ingleses se regían por la ley, no por los deseos arbitrarios de un solo gobernante. Ser gobernado por la ley, decía, era «el derecho más preciado del hombre. »
Voltaire se preocupaba especialmente por la libertad de pensamiento y de expresión. Defendió la tolerancia religiosa. Esto significa permitir que la gente practique la religión a su manera. Voltaire pensaba que el conflicto religioso era una de las principales fuentes de maldad en el mundo. Sostenía que ninguna religión poseía toda la verdad. Al mismo tiempo, sostenía que había un núcleo de verdad en todas las religiones. Este núcleo era la «religión natural» que la razón ponía a disposición de todos.
Voltaire también defendió el derecho a la libertad de expresión. Una vez escribió una carta a un hombre cuyos puntos de vista se oponían fuertemente. Dijo que daría su vida para que su oponente pudiera seguir escribiendo. Un escritor posterior expresó el sentimiento de Voltaire con estas palabras: «Desapruebo lo que usted dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo».
A lo largo de su vida, Voltaire criticó la intolerancia y la opresión allí donde las veía. Su franqueza le llevó a menudo a conflictos con las autoridades. Pasó dos veces por la cárcel. Varias veces se vio obligado a huir a otra ciudad o país.
Las ideas de Voltaire sobre la tolerancia religiosa y la libertad de expresión influyeron mucho en los pensadores políticos de la América colonial, como Thomas Jefferson. Exigieron que la libertad de religión y la libertad de expresión se incluyeran en la Carta de Derechos de los Estados Unidos.
Las mujeres de la Ilustración
Resumen
Las mujeres del siglo XVIII no gozaban de los mismos derechos o estatus que los hombres. Sin embargo, varias mujeres desempeñaron un papel importante en la Ilustración. Algunas contribuyeron a difundir el pensamiento de la Ilustración organizando salones, y con su pensamiento y sus escritos publicados. Otras extendieron las ideas sobre los derechos y la igualdad a las mujeres.
Madame Geoffrin
Una de las patrocinadoras más destacadas de los salones fue Madame Marie Thérèse Rodet Geoffrin (jhef-FRANH). A partir de mediados del siglo XVII, las mentes más brillantes de Europa se reunían en su casa para conversar animadamente sobre las últimas ideas. Madame Geoffrin también apoyó económicamente a los enciclopedistas, un grupo de hombres que elaboraron la primera enciclopedia.
En los salones de Madame Geoffrin, príncipes y políticos se mezclaban con artistas, escritores y filósofos. Geoffrin dirigía estas reuniones con mano firme. Reservaba los lunes para los artistas y los miércoles para los escritores y filósofos.
Abigail Adams
Abigail Adams apoyó firmemente la lucha de Estados Unidos por su independencia de Inglaterra. Estaba casada con John Adams, líder de la Revolución Americana y segundo presidente de Estados Unidos. Durante la guerra, le recordó a John que no olvidara los derechos de las mujeres en el nuevo gobierno estadounidense. Escribió: «Si no se presta especial cuidado y atención a las damas, estamos decididos a fomentar una rebelión». Las mujeres, continuó, «no nos veremos obligadas por ninguna ley en la que no tengamos voz». Abigail también defendió el derecho de la mujer a la educación.
Olympe de Gouges
La francesa Olympe de Gouges era hija de un carnicero. A pesar de tener poca educación, se convirtió en una importante escritora y reformadora social. En 1791, publicó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. Este documento fue su respuesta a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Asamblea Nacional. De Gouges defiende la igualdad de la mujer en todos los aspectos de la vida pública y privada. Las mujeres, decía, debían tener derecho a votar, ocupar cargos, poseer propiedades y servir en el ejército. Debían tener el mismo poder que los hombres en la vida familiar y en la iglesia.
Mary Wollstonecraft
La escritora inglesa Mary Wollstonecraft fue otra de las primeras líderes en la lucha por la igualdad de derechos para las mujeres. En un ensayo publicado en 1792, sostenía que las mujeres merecían los mismos derechos y oportunidades que los hombres. «Dejemos que la mujer comparta los derechos», escribió, «y emulará las virtudes de los hombres, ya que debe perfeccionarse cuando se emancipa».
Wollstonecraft creía que la educación era la clave para conseguir la igualdad y la libertad. Pidió reformas para que las mujeres recibieran la misma educación que los hombres. En el siglo XIX, sus ideas sobre la igualdad de la mujer inspiraron a los primeros líderes del movimiento por los derechos de la mujer en Estados Unidos.
El impacto de la Ilustración en el gobierno
Los pensadores de la Ilustración propusieron nuevas ideas sobre la naturaleza humana y las mejores formas de gobierno. Echemos un vistazo a la influencia de estas ideas en Europa y América.
El gobierno ilustrado
Algunos monarcas absolutos europeos intentaron aplicar las ideas de la Ilustración en la década de 1700. Entre ellos estaban Federico el Grande de Prusia, Catalina la Grande de Rusia y José II de Austria. Estos gobernantes fueron conocidos como «déspotas ilustrados» o «déspotas benévolos». » Benévolo significa «ser amable; hacer el bien a los demás. »
Los monarcas ilustrados fundaron universidades y sociedades científicas. Introdujeron reformas, como una mayor tolerancia religiosa y el fin de la tortura y la pena capital. Pero estos gobernantes impulsaron el cambio sólo hasta cierto punto. No querían enfadar a las clases nobles, cuyo apoyo necesitaban. Tampoco querían perder su propio poder.
Las revoluciones americana y francesa
Las ideas de la Ilustración influyeron mucho en los líderes de la Revolución Americana. Los colonos ingleses en América compartían las tradiciones de la Carta Magna y la Declaración de Derechos inglesa, como lo había hecho John Locke. Cuando los colonos se rebelaron en 1775, señalaron el abuso de sus derechos por parte del rey inglés. La Declaración de Independencia se hizo eco de las ideas de Locke sobre los derechos naturales y el contrato social.
La Constitución de Estados Unidos también contiene ideas de la Ilustración. La Constitución incluye la idea de Montesquieu sobre la separación de poderes. La Carta de Derechos protege las libertades de religión y expresión defendidas por Voltaire. También apoya algunos de los derechos promovidos por Beccaria, como el derecho a un juicio rápido.
En 1789, estalló una revolución en Francia y la monarquía absoluta fue derrocada. La Asamblea Nacional de Francia elaboró la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Este documento proclama la libertad y la igualdad. Defiende el derecho a la propiedad y a la resistencia a la opresión. También garantizaba la libertad de expresión y de religión. Todas estas ideas surgieron de la Ilustración.
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