Capítulo 2 – La psicología de la mentira
La mentira es una forma de comunicación que implica a dos partes: el engañador y el engañado. El engañador pretende comunicar impresiones o informaciones falsas. El engañado, sin embargo, debe participar en la mentira, al menos en algún nivel. Esto es en virtud de la apatía aprendida, la ignorancia, el prejuicio o el exceso de confianza (a excepción de la enfermedad mental, por supuesto).
Los seres humanos son crédulos por una serie de razones, incluyendo una tendencia general a creer que otros están diciendo la verdad, y a ser cognitivamente abrumados, y luego irracionalmente convencidos, por los argumentos y las demostraciones emocionales. En consecuencia, es más probable que se crean las acusaciones de delitos cargadas de fuertes emociones (independientemente de los hechos y las pruebas), dada la prevalencia del Sesgo de la Verdad y el Heurístico del Afecto, especialmente en presencia de otros factores que tienden a aumentar la credulidad general.
Las mentiras generalmente se manifiestan como uno de los siguientes constructos de deshonestidad: Engaño completo; medias verdades; exageraciones; y omisiones pertinentes. Las mentiras se dicen por una de estas dos razones: o bien la persona engañosa cree que tiene más que ganar mintiendo que diciendo la verdad; o bien la persona engañosa es incapaz de discernir cuál es la verdad, ya sea temporalmente o debido a algún defecto mental permanente. Las mentiras pueden dividirse en dos categorías motivacionales distintas: las mentiras prosociales, que se construyen para beneficiar a los demás, y las mentiras antisociales, que son egoístas.
No existe ninguna técnica o pieza de tecnología que sea capaz de determinar con fiabilidad si alguien está diciendo una mentira. La investigación científica demuestra que la mayoría de las personas no detectan las mentiras con una precisión mucho mayor que la que ofrece el azar (por ejemplo, el lanzamiento de una moneda); y los llamados «expertos» en la detección del engaño lo hacen sólo ligeramente mejor. Las técnicas pseudocientíficas de detección del engaño persisten porque son subjetivas y están abiertas a la interpretación. Las interpretaciones subjetivas significan que los analistas pueden moldear el carácter de los resultados a favor de los vientos políticos predominantes o para favorecer cualquier narrativa preferida.