Autorregulación cerebral
La autorregulación cerebral es un proceso en los mamíferos cuyo objetivo es mantener un flujo sanguíneo cerebral adecuado y estable. Mientras que la mayoría de los sistemas del cuerpo muestran cierto grado de autorregulación, el cerebro es muy sensible a la sobre y subperfusión. La autorregulación cerebral desempeña un papel importante en el mantenimiento de un flujo sanguíneo adecuado en esa región. La perfusión cerebral es esencial para la vida, ya que el cerebro tiene una gran demanda metabólica. Mediante la autorregulación cerebral, el organismo es capaz de suministrar al tejido cerebral una cantidad suficiente de sangre que contenga oxígeno y nutrientes para esta necesidad metabólica, y eliminar el CO2 y otros productos de desecho.
La autorregulación cerebral se refiere a los mecanismos fisiológicos que mantienen el flujo sanguíneo en un nivel adecuado durante los cambios de la presión arterial. Sin embargo, debido a las importantes influencias de los niveles arteriales de dióxido de carbono, la tasa metabólica cerebral, la activación neuronal, la actividad del sistema nervioso simpático, la postura, así como otras variables fisiológicas, a menudo se interpreta que la autorregulación cerebral abarca el campo más amplio de la regulación del flujo sanguíneo cerebral. Este campo incluye áreas como la reactividad al CO2, el acoplamiento neurovascular y otros aspectos de la hemodinámica cerebral.
Esta regulación del flujo sanguíneo cerebral se consigue principalmente mediante pequeñas arterias, las arteriolas, que se dilatan o se contraen bajo la influencia de múltiples y complejos sistemas de control fisiológico. La alteración de estos sistemas puede producirse, por ejemplo, tras un accidente cerebrovascular, un traumatismo o una anestesia, o en bebés prematuros, y se ha implicado en el desarrollo de lesiones cerebrales posteriores. La medición no invasiva de señales fisiológicas relevantes como el flujo sanguíneo cerebral, la presión intracraneal, la presión sanguínea, los niveles de CO2, el consumo cerebral de oxígeno, etc. es un reto. Más aún lo es la evaluación posterior de los sistemas de control. Todavía se desconoce mucho sobre la fisiología del control del flujo sanguíneo y las mejores intervenciones clínicas para optimizar el resultado del paciente.