Por Gege Li

Un análisis de pies humanos y fósiles ha dado nuevas pistas sobre cómo nuestros pies adquirieron su rigidez, lo que nos permite caminar y correr erguidos.

Los arcos del pie humano son la clave de esta rigidez. Otros primates tienen pies más planos y flexibles que pueden doblarse mucho más que los nuestros. Los humanos tienen dos arcos distintos en la parte media del pie: el arco longitudinal medial (MLA) que va desde la bola del pie hasta el talón, y el arco tarsal transversal (TTA) cerca de la bola del pie, que va de un lado del pie al otro .

Se pensaba que el TTA estaba más implicado en el apoyo del pie, mientras que se creía que el papel principal del MLA era dar rigidez al pie.

Pero Madhusudhan Venkadesan, de la Universidad de Yale, y sus colegas examinaron el TTA y descubrieron que está mucho más implicado en la rigidez de lo que se pensaba.

Análisis en humanos

Al estudiar dos pies de donantes humanos, descubrieron que el corte de los tejidos que recorren la TTA disminuía la rigidez de un pie en un 44% y del otro en un 54%. Se trata de un descenso mayor que la diferencia del 23% en la rigidez cuando cortaron el MLA.

«No fue una sorpresa que el TTA desempeñara un papel, pero lo que sin duda nos sorprendió es la magnitud del mismo», afirma Venkadesan.

El hallazgo arroja luz sobre cómo los antiguos humanos podrían haber caminado erguidos a pesar de tener pies planos que carecían de un MLA distintivo. Al observar los fósiles de Homo naledi, que podía caminar sobre dos piernas, los investigadores descubrieron que tenía un pie similar al humano pero un MLA plano. Pero su TTA era similar a la de los humanos modernos, lo que posiblemente compensaba este hecho.

El hallazgo supone un cambio de juego, dice Daniel Lieberman, de la Universidad de Harvard. «Ayuda a explicar por qué y cómo las personas con pies planos son capaces de caminar sin problemas, y cómo nuestros antepasados fueron capaces de caminar durante millones de años antes de que el arco longitudinal evolucionara.»