Por favor, dejad de matar a vuestros hijos.

No podría contar con las manos la cantidad de veces que he tenido que hablar con un amigo de una cornisa, pero puedo decir que todas sus voces sonaban igual. Cada uno de ellos hablaba de ser un fracaso, de no estar a la altura de las expectativas y de no ser lo suficientemente bueno para las personas de su vida. Cuando el amigo que necesita ayuda despotrica, suele hacerlo sobre sus padres. No paran de soltarme sus defectos o las razones por las que creen que han defraudado a sus padres, como si fueran pecados, y recuerdo que siempre pensaban: «Pero no has hecho nada malo». Venían a mí con lágrimas en los ojos, un puñado de pastillas y la muerte en su mente, diciéndome que los habían echado por la más mínima cosa.

No estoy aquí para ser un «millennial» e ir a la guerra con los «baby boomers». Esto no es una especie de propaganda periodística; escribo sobre esto porque estoy cansado de salvar a sus hijos y estoy cansado de escuchar a seres humanos perfectamente normales pelearse por un refugio debido a un desacuerdo. Vosotros, padres, tenéis que dejar de echar a vuestros hijos y de hacerles sentir que no son lo suficientemente buenos porque no han cumplido con vuestras expectativas. Porque creo que no entendéis muy bien lo que hacéis cuando les decís a vuestros hijos que hagan las maletas y se vayan de vuestra casa.

– Tus hijos están durmiendo en mi sofá y no piensan en volver a casa. –

Creo que los padres estáis echando a vuestros hijos como una forma de castigo. Creyendo que así aprenderán a «respetarlos». Puedo entenderlo; echar a vuestros hijos y que entiendan lo frío que es el mundo real y que se den cuenta de que os necesitan en sus vidas, pero os puedo decir que eso no es lo que está pasando. Una cosa que no os dais cuenta es que en realidad no son niños, por mucho que os guste pensar que lo son. Entienden cómo funciona el mundo, entienden lo duro que es conseguir un trabajo, pagar las facturas, gestionar una vida social mientras rezan a Dios para que no ocurra nada horrible. En cambio, piensan «¿cómo pudiste arrojarme a un mundo? Tu niña/tu niño pequeño». Así que en lugar de ganar algún tipo de respeto por ti, sólo terminan resintiéndote aún más.

– Podrían ser peores…Y hasta podrían llegar a serlo –

Sentí que debería haber puesto esto en la parte superior de este artículo, pero creo que está bien mientras se diga. El hijo transexual, bisexual, gay, lesbiana, que has criado puede ser peor de lo que podías imaginar. Esto también va para los padres con hijos «rebeldes». Es mejor tener un hijo con la audacia de votar a los demócratas que a los republicanos o el hijo que dijo no a lo que querías que hicieran que alguien que te roba. Cuando los padres echan a sus hijos, toman una decisión en sus emociones y no están pensando con claridad. No piensas en el resultado sino sólo en herir a tu hijo como te han herido a ti o en sacarlo de tu vida porque no encaja en ese molde que has creado. ¿Y qué pasa cuando están solos? Pues basándome en las situaciones que me tocó vivir, están con sus amigos pensando en cómo llegar a fin de mes.

Como he dicho antes, el mercado laboral no es demasiado fiable en nuestra economía actual. Por supuesto que tus hijos intentarán conseguir un trabajo en algún restaurante de comida rápida o de camarero o algún otro trabajo que probablemente no les pague lo suficiente, pero algunos podrían recurrir a hacer algo ilegal para obtener ingresos. Algunos de los niños que son expulsados no tienen más remedio que hacer lo que sea para llegar a fin de mes. Echar a tu hijo no significa sólo castigarlo, también puede significar la destrucción de su futuro porque fuiste demasiado mezquino para reconciliarte con él o para aceptarlo como es.

– Empujar a tus hijos al límite-

He evitado que los niños se traguen pastillas, se corten las venas y busquen otras formas de suicidarse. Esos mismos niños son los que se quejan conmigo durante horas de sus padres. Sus hijos vienen a mí buscando una salida mientras intentan que usted esté satisfecho con su existencia. Los adolescentes o las personas que acaban de llegar a la edad adulta están haciendo equilibrios en la cuerda floja, tratando de averiguar cuál es su lugar y su futura carrera mientras lidian con la presión de sacar buenas notas y la responsabilidad de las actividades escolares. Estos chicos ya están pensando demasiado y tienen miedo de que cometer un error en sus actividades diarias puede equivaler al fin de su vida, así que ¿por qué demonios les quitarías su protección, su comodidad?

Probablemente es porque no entiendes o eliges no entender y puedo entenderlo. Padres, vosotros también tenéis mucho en vuestro plato, lo suficiente como para pensar que la vida de vuestros hijos no es tan difícil como la vuestra y si ese es el caso, entonces no estáis teniendo en cuenta la vida de vuestros hijos y las cosas de las que tienen que preocuparse. Tienes razón con lo de que tus hijos no se preocupan por las facturas y por poner comida en la casa, pero también tienes que entender que la razón por la que no tienen que preocuparse por eso es porque tú eres su cuidador, eres el padre que tiene que lidiar con esos problemas. Se supone que tus hijos tienen que lidiar con los problemas que conlleva ser un niño en el instituto o un adulto en la universidad que tiene que averiguar qué quiere hacer en el futuro. Comparar tus problemas con los suyos y decir que los tuyos son mucho más grandes que los de ellos sólo porque no han llegado a ese punto de la vida en el que tienen que lidiar con eso no es justo y no hace nada más que mostrarle a tu hijo que no te importa su vida.

Lo único que quiero que hagan los padres es que se den cuenta de que sus hijos son humanos igual que ellos. Tu hijo no tiene por qué y a veces no llegará a ser lo que tú soñaste y eso está bien. No debes echar a tu hijo o hacerle sentir que ya no es tu hijo por un simple malentendido o un desacuerdo.

Ama a tus hijos, porque lo único que quieren es que les devuelvas el amor.