2 Corintios 4 Comentario Bíblico
Completo Conciso
Contenido del capítulo
Los apóstoles trabajaron con mucha diligencia, sinceridad y fidelidad. (1-7) Sus sufrimientos por el evangelio fueron grandes, pero con ricos apoyos. (8-12) Las perspectivas de la gloria eterna impiden que los creyentes desfallezcan ante los problemas. (13-18)
Comentario sobre 2 Corintios 4:1-7
(Leer 2 Corintios 4:1-7)
Los mejores hombres desfallecerían, si no recibieran misericordia de Dios. Y esa misericordia que nos ha ayudado a salir, y nos ha ayudado hasta ahora, podemos confiar en que nos ayudará incluso hasta el final. Los apóstoles no tenían designios viles y perversos, revestidos de pretensiones bonitas y engañosas. No trataron de hacer que su ministerio sirviera para un giro. La sinceridad o la rectitud mantendrán la opinión favorable de los hombres sabios y buenos. Cristo, por medio de su evangelio, hace un descubrimiento glorioso a las mentes de los hombres. Pero el designio del diablo es mantener a los hombres en la ignorancia; y cuando no puede mantener la luz del evangelio de Cristo fuera del mundo, no escatima esfuerzos para alejar a los hombres del evangelio, o ponerlos en contra de él. El rechazo del Evangelio se debe a la ceguera y maldad deliberadas del corazón humano. El yo no era el asunto ni el fin de la predicación de los apóstoles; ellos predicaban a Cristo como Jesús, el Salvador y Libertador, que salva hasta el extremo a todos los que se acercan a Dios por medio de él. Los ministros son servidores de las almas de los hombres; deben evitar convertirse en servidores de los humores o de las lujurias de los hombres. Es agradable contemplar el sol en el firmamento; pero es más agradable y provechoso que el Evangelio brille en el corazón. Como la luz fue el principio de la primera creación; así, en la nueva creación, la luz del Espíritu es su primera obra en el alma. El tesoro de la luz y la gracia del Evangelio se pone en vasos de barro. Los ministros del Evangelio están sujetos a las mismas pasiones y debilidades que los demás hombres. Dios podría haber enviado ángeles para dar a conocer la gloriosa doctrina del evangelio, o podría haber enviado a los más admirados hijos de los hombres para enseñar a las naciones, pero escogió vasos más humildes y débiles, para que su poder fuera más glorificado al sostenerlos, y en el bendito cambio realizado por su ministerio.
Comentario sobre 2 Corintios 4:8-12
(Leer 2 Corintios 4:8-12)
Los apóstoles fueron grandes sufridores, y sin embargo encontraron un maravilloso apoyo. Los creyentes pueden ser abandonados por sus amigos, así como perseguidos por los enemigos; pero su Dios nunca los dejará ni los abandonará. Puede haber temores en el interior, así como luchas en el exterior; sin embargo, no somos destruidos. El apóstol habla de sus sufrimientos como una contrapartida de los sufrimientos de Cristo, para que la gente pueda ver el poder de la resurrección de Cristo, y de la gracia en y de Jesús vivo. En comparación con ellos, otros cristianos se encontraban, incluso en aquella época, en circunstancias prósperas.
Comentario sobre 2 Corintios 4:13-18
(Leer 2 Corintios 4:13-18)
La gracia de la fe es un remedio eficaz contra el desmayo en tiempos de angustia. Sabían que Cristo había resucitado, y que su resurrección era una garantía y seguridad para ellos. La esperanza de esta resurrección animará en un día de sufrimiento, y nos pondrá por encima del miedo a la muerte. Además, sus sufrimientos eran para beneficio de la iglesia y para la gloria de Dios. Los sufrimientos de los ministros de Cristo, así como su predicación y conversación, son para el bien de la iglesia y la gloria de Dios. La perspectiva de la vida y la felicidad eternas era su apoyo y su consuelo. Lo que el sentido estaba dispuesto a pronunciar como pesado y largo, penoso y tedioso, la fe lo percibió como ligero y corto, y sólo por un momento. El peso de todas las aflicciones temporales era la ligereza misma, mientras que la gloria venidera era una sustancia, pesada y duradera más allá de toda descripción. Si el apóstol pudo calificar de ligeras sus pesadas y prolongadas pruebas, y sólo por un momento, ¡qué deben ser nuestras insignificantes dificultades! La fe permite hacer este juicio correcto de las cosas. Hay cosas que no se ven, así como cosas que se ven. Y hay una gran diferencia entre ellas: las cosas que no se ven son eternas, las que se ven son temporales, o sólo temporales. Dejemos, pues, de mirar las cosas que se ven; dejemos de buscar ventajas mundanas, o de temer las angustias presentes. Procuremos que nuestra felicidad futura sea segura.